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Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

Una campaña civil (8 page)

BOOK: Una campaña civil
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Kareen reflexionó brevemente mientras comparaba los pendientes betanos con otras señales sociales de otras culturas: el anillo de bodas, ciertas prendas de vestir o sombreros o velos o vello facial o tatuajes. Todas esas señales podían ser engañosas, como pasaba con las esposas infieles cuya conducta traicionaba su declaración externa de monogamia, pero en realidad los betanos parecían muy buenos a la hora de ser congruentes con las suyas. Naturalmente, tenían muchas opciones. Llevar una señal falsa estaba socialmente mal visto.
Nos perjudica a todas las demás
, le había explicado una vez una betana.
La idea es eliminar el juego de adivinar
. Había que admirar su honestidad. No era extraño que les fuera tan bien en las ciencias. En resumen, decidió Kareen, había muchas cosas de la insensible condesa Cordelia Vorkosigan, nativa betana, que ahora le parecía comprender mejor. Pero Tante Cordelia no volvería a casa hasta casi la boda del Emperador, en el solsticio de verano, así que hasta entonces no podría hablar con ella, lástima.

Descartó bruscamente las ambigüedades de la carne cuando Vorbarr Sultana apareció a la vista. Atardecía, y una gloriosa puesta de sol teñía las nubes mientras la lanzadera hacía su descenso final. Las luces de la ciudad en el crepúsculo volvían el paisaje mágico. Kareen reconoció lugares familiares y queridos, el serpenteante río, un río de verdad y no aquellas feas fuentes que los betanos ponían en su mundo subterráneo, los famosos puentes (recordó de pronto la tonadilla en cuatro idiomas sobre ellos), las principales líneas de monorraíl… luego la prisa por aterrizar y el suspiro final al detenerse de verdad en el espaciopuerto. ¡En casa, estoy en casa! Hizo todo lo posible para no salir de estampida sobre los cuerpos de todos los lentos vejestorios que tenía delante. Pero por fin atravesó la rampa de tuboflex y el último laberinto de tubos y pasillos.
¿Estarán esperando? ¿Estarán todos aquí?

No la decepcionaron. Todos estaban allí, hasta el último, inmejorablemente situados junto a las columnas más cercanas a la puerta de salida. Mamá sujetando un gran ramo de flores y Olivia un gran cartel decorado con lazos de arco iris con a leyenda BIENVENIDA KAREEN, y Martya, que se puso a dar saltos en cuanto la vio, y Delia, que parecía muy distante y adulta, y el propio papá, todavía con su uniforme verde imperial tras su trabajo en el cuartel general, apoyado en su bastón y sonriendo. El abrazo del grupo fue todo lo que el nostálgico corazón de Kareen había imaginado, y acabaron por doblar el cartel y aplastar las flores. Olivia se rió y Martya soltó un alarido e incluso papá se frotó los ojos. La gente que pasaba se les quedó mirando; los hombres con un poco más de atención, y acabaron chocando contra las paredes. El comando de rubias del comodoro Koudelka, bromeaban los oficiales jóvenes del Cuartel General. Kareen se preguntó si Martya y Olivia todavía los atormentaban a propósito. Los pobres chicos seguían intentando rendirse, pero hasta ahora ninguna de las hermanas había hecho ningún prisionero excepto Delia, que al parecer había conquistado a aquel amigo komarrés de Miles en Feria de Invierno… un comodoro de SegImp, nada menos. Kareen apenas podía esperar a llegar a casa para enterarse de todos los detalles del compromiso.

Todo el mundo habló a la vez, excepto papá, que había renunciado a hacerlo hacía años y ahora sólo escuchaba benignamente. Luego fueron en manada a recoger el equipaje de Kareen y a esperar el vehículo de tierra. Papá y mamá habían pedido prestado el coche grande a lord Vorkosigan, con el soldado Pym de conductor, para caber todos en el compartimento trasero. Pym la saludó con una apasionada bienvenida de parte de su señor y de sí mismo, apiló sus maletas junto a él, y se pusieron en marcha.

—Creía que vendrías a casa vistiendo uno de esos sarongs
topless
betanos —se burló Martya, mientras el vehículo salía del espaciopuerto y se dirigía a la ciudad.

—Lo pensé —Kareen enterró su sonrisa en el ramo de flores—. Pero aquí no hace tanto calor.

—No te pondrías allí uno, ¿no?

Por fortuna, antes de que Kareen se viera obligada a contestar o a esquivar la pregunta, Olivia intervino.

—Cuando vi el coche de lord Vorkosigan pensé que lord Mark podría haber venido contigo después de todo, pero mamá dijo que no. ¿No va a regresar a Barrayar para la boda?

—Oh, sí. En realidad salió de la Colonia Beta antes que yo, pero se detuvo en Escobar para… —vaciló—, atender unos negocios suyos.

Lo cierto era que Mark había ido a comprar drogas para perder peso, más potentes que las que su terapeuta betana quería prescribirle, a una clínica de médicos refugiados de Jackson’s Whole en la que tenía intereses financieros. Sin duda comprobaría la salud comercial de la clínica al mismo tiempo, así que no era mentira del todo.

Kareen y Mark habían estado a punto de tener su primera discusión seria sobre esta dudosa elección suya, pero como la propia Kareen reconoció, era elección suya después de todo. Los asuntos de control corporal estaban en el meollo de sus problemas más graves; ella estaba desarrollando el instinto (si no se engañaba, casi una comprensión real) para presionarlo por su bien cuando era necesario. Y para saber cuándo tenía que esperar y dejar que Mark discutiera con Mark. Había sido una especie de privilegio aterrador ver y escuchar, el año anterior, mientras su terapeuta lo atendía, y una experiencia impresionante participar, bajo la supervisión de la terapeuta, en la curación parcial que él estaba consiguiendo. Y aprender que había más aspectos del amor que una loca necesidad de conexión: la necesidad de confidencialidad, por ejemplo. La paciencia. Y, paradójicamente en el caso de Mark, una cierta autonomía fría y distante. Ella había tardado meses en comprenderlo. No estaba dispuesta a explicárselo todo a su ruidosa y curiosa familia en el asiento trasero de un coche.

—Os habéis hecho buenos amigos… —la acució su madre.

—Él necesitaba uno.

Desesperadamente
.

—Sí, pero ¿es tu novio? —Martya no tenía paciencia con las sutilezas y prefería la claridad.

—Parecía que lo tenías en el bote cuando estuvo aquí el año pasado —observó Delia—. Y te has pasado un año con él en la Colonia Beta. ¿Es lento o qué?

—Supongo que es lo bastante inteligente para resultar interesante —añadió Olivia—. Quiero decir que es el gemelo de Miles, y tiene que serlo… pero me pareció un poquitín raro.

Kareen se envaró.
Si te hubieran clonado como esclava, te hubieran educado unos terroristas para convertirte en asesina, entrenándote con métodos basados en la tortura física y psicológica, y hubieras tenido que matar a gente para escapar, tú también parecerías un poquitín rara. Por lo menos serías un amasijo de nervios
. Mark no era ningún amasijo de nervios, mejor para él. Mark se estaba creando a sí mismo desde cero con un esfuerzo no menos heroico por pasar inadvertido al observador externo. Kareen se imaginó teniendo que explicar todo aquello a Olivia o Martya, y renunció al instante. Delia… no, ni siquiera a Delia. Sólo tenía que mencionar las cuatro personalidades semiautónomas de Mark, cada una con su propio apodo, para que la conversación se deslizara cuesta abajo permanentemente. Describir la fascinante forma en que habían trabajado juntos para sostener la frágil economía de su personalidad, no entusiasmaría a una familia de barrayareses que, obviamente, estaba buscando un pariente político aceptable.

—Basta, chicas —intervino papá, sonriendo en la penumbra del compartimento y ganándose la gratitud de Kareen. Pero luego añadió—: Con todo, si vamos a aceptar a un Vorkosigan, me gustaría algún tipo de advertencia para preparar mi mente para el impacto. Conozco a Miles de toda la vida. Mark… es otra cuestión.

¿No podían imaginar ningún otro papel para un hombre en su vida que el de esposo potencial? Kareen no estaba segura de que Mark fuera un esposo potencial. Todavía estaba luchando por convertirse en un ser humano potencial. En la Colonia Beta, todo había parecido muy sencillo. Ella casi pudo sentir las sombras de la duda alzándose a su alrededor. Se alegró de haberse quitado los pendientes.

—No creo que eso suceda —dijo sinceramente.

—Ah. —Su padre se acomodó en el asiento, claramente aliviado.

—¿Es verdad que se puso enormemente gordo en la Colonia Beta? —preguntó Olivia animosamente—. No imaginaba que su terapeuta betana se lo fuera a permitir. Creía que arreglaban esas cosas. Quiero decir, ya estaba gordo cuando se marchó de aquí.

Kareen reprimió el impulso de tirarse de los pelos, o mejor aún, de tirarle de los pelos a Olivia.

—¿Dónde has oído eso?

—Mamá dijo que lady Cordelia dijo que lo había dicho su madre cuando estuvo aquí, en Feria de Invierno, para el compromiso de Gregor. —Olivia recitó la cadena de chismorreos.

La abuela de Mark había sido una buena madrina betana para los dos asombrados estudiantes barrayareses durante el año anterior. Kareen sabía que era una fuente de información para su preocupada hija en lo referente a los progresos de su extraño hijo clónico. Tenía esa franqueza que sólo tienen los betanos; Gran’tante Naismith a menudo hablaba de los mensajes que enviaba o recibía, y transmitía noticias y saludos. La posibilidad de que Tante Cordelia hablara con mamá era algo que no había considerado, advirtió Kareen. Después de todo, Tante Cordelia estaba en Sergyar, mamá estaba aquí… Calculó frenéticamente hacia atrás, comparando los dos calendarios planetarios. ¿Se habían hecho Mark y ella amantes ya cuando los Vorkosigan estuvieron por última vez en casa para Fiesta de Invierno? No, fiuuuu. Lo que Tante Cordelia sabía ahora, no lo sabía entonces.

—Creía que los betanos podían retorcer tu química cerebral como quisieran —dijo Martya—. ¿No podían normalizarlo, blip, así de fácil? ¿Por qué tardan tanto?

—Ésa es la cuestión —dijo Kareen—. Mark se ha pasado la mayor parte de su vida sometido a otras personas que moldeaban a la fuerza su mente y cuerpo. Necesita tiempo para descubrir quién es sin que la gente lo llene de productos. Tiempo para establecer una línea de base, dice su terapeuta. Tiene esa cosa con las drogas, ya sabéis —aunque no, evidentemente, con las que le habían liberado de los jacksonianos liberados—. Cuando esté listo… bueno, no importa.

—¿Consiguió su terapia algún progreso entonces? —preguntó mamá, vacilante.

—Oh, sí, montones —dijo Kareen, alegre de poder decir por fin algo inequívocamente positivo respecto a Mark.

—¿De qué clase? —preguntó su aturdida madre.

Kareen se imaginó a sí misma farfullando:
Bueno, ha superado por completo su impotencia inducida por la tortura, y ahora se ha entrenado para ser un amante atento y amable. Su terapeuta dice que está enormemente orgullosa de él, y Gruñido está feliz. Gula sería un gourmand razonable si no fuera porque está dominado por las necesidades de Aullido, fui yo quien descubrió lo que estaba pasando en realidad con los impulsos comilones. La terapeuta de Mark me felicitó por la observación y por mi capacidad de análisis y me llenó de catálogos de cinco programas de formación de terapeutas betano, y me dijo que me ayudaría a encontrar becas si estaba interesada. No sabe qué hacer todavía con Asesino, pero Asesino no me molesta. No puedo con Aullido. Y eso tras un año de progresos. Y, oh, sí, a pesar de todo este estrés privado Mark ha obtenido unas notas sobresalientes en sus estudios financieros, ¿le importa a alguien?

—Es un poco complicado de explicar —consiguió decir.

Hora de cambiar de tema. Sin duda podrían tratar de los intereses amorosos de otra persona.

—¡Delia! ¿Conoce tu comodoro komarrés a la prometida komarresa de Gregor? ¿La conoces ya?

Delia se enderezó.

—Sí, Duv conocía a Laisa allá en Komarr. Compartieron, um, intereses académicos.

—Es bonita, bajita y pizpireta —intervino Martya—. Tiene unos ojos verdiazules sorprendentes, y va a poner de moda los sujetadores reforzados. Estarás encantada. ¿Has ganado peso este año?

—Todos hemos conocido a Laisa —intervino mamá antes de que el tema pudiera ser desarrollado con sarcasmo—. Parece muy simpática. Muy inteligente.

—Sí —dijo Delia, dirigiendo a Martya una mirada de desdén—. Duv y yo esperamos que Gregor no la malgaste en relaciones públicas, aunque tendrá que atender algunas, claro. Tiene formación komarresa como economista. Duv dice que podría dirigir los comités ministeriales, si la dejan. Al menos los Antiguos Vor no podrán considerarla sólo una gallina ponedora. Gregor y Laisa ya han hecho saber que planean usar replicadores uterinos para sus bebés.

—¿No se han quejado los tradicionalistas? —preguntó Kareen.

—Si lo hacen, Gregor ha dicho que los enviará a discutirlo con lady Cordelia. —Martya soltó una risita—. Si se atreven.

—Ella pondrá sus cabezas sobre un plato si lo intentan —dijo papá alegremente—. Saben que es capaz. Además, siempre podemos contribuir presentando a Kareen y Olivia como muestra objetiva de que los replicadores dan buen resultado.

Kareen hizo una mueca. Olivia sonrió sin convicción. La demografía de su familia marcaba la llegada de esa tecnología galáctica a Barrayar; los Koudelka habían sido unos de los primeros barrayareses comunes en probar el nuevo método de gestación para dos hijas menores. El hecho de que se las presentaran a todo el mundo como un premio en una exhibición agrícola durante las Ferias de Distrito acabó por hacerse pesado con el tiempo, pero Kareen se lo tomaba como un servicio público. Últimamente la frecuencia de sus apariciones había disminuido, ya que la tecnología tenía más aceptación, al menos en las ciudades y para aquellos que podían permitírsela. Por primera vez, Kareen se preguntó qué habían sentido las Hermanas Control, Delia y Martya.

—¿Dice tu Duv lo que opinan los komarreses de este matrimonio? —le preguntó Kareen a Delia.

—Tiene una acogida desigual, pero ¿qué se podía esperar de un mundo conquistado? La Casa Imperial pretende hacer toda la propaganda posible, naturalmente. Incluso hasta el extremo de repetir la boda en Komarr al estilo komarrés, pobres Gregor y Laisa. Todos los permisos de SegImp se han cancelado hasta después de la segunda ceremonia, lo cual significa que nuestros planes de boda tienen que aplazarse hasta entonces —suspiró profundamente—. Bueno, prefiero tener toda su atención cuando finalmente la consiga. Duv se está esforzando por destacar en su nuevo trabajo, ya que es el primer komarrés que dirige Asuntos Komarreses y sabe que todos los ojos del Imperio están fijos en él. Sobre todo si algo sale mal —hizo una mueca—. Hablando de cabezas sobre platos.

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