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Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

Una campaña civil (73 page)

BOOK: Una campaña civil
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Tras una breve pausa digestiva, Miles dijo:

—Siempre pensé que una de sus chicas pillaría a un conde.

—Sí —dijo el comodoro—, pero…

—Estoy segura de que Dono sabrá hacerla feliz —comentó Ekaterin.

—Um.

—Quiere una boda a lo grande —dijo la señora Koudelka.

—Y Delia también —dijo el comodoro—. Las dejé discutiendo quién se casaba primero. Y pega el primer mordisco a mi pobre presupuesto —contempló los terrenos de la Residencia, y a todos los felices invitados. Como todavía era temprano, la mayoría caminaba aún en vertical—. Esto les está dando a ambas ideas grandiosas.

—Oh —dijo Miles, apurado—. Tengo que hablar con Duv.

El comodoro Koudelka se acercó a Mark y bajó la voz.

—Mark, yo, ah… creo que te debo una disculpa. No pretendía ser tan estirado

—No importa, señor —dijo Mark, sorprendido y conmovido

—Así que vais a volver a Beta en otoño… bien —añadió el comodoro—. No hace falta apresurarse a vuestra edad, después de todo.

—Es lo que pensábamos, señor —vaciló Mark—. Sé que no soy muy bueno con las cosas de familia todavía. Pero pretendo aprender.

El comodoro asintió y sonrió.

—Lo estás haciendo bien, hijo. Continúa así.

La mano de Kareen apretó la suya. Mark se aclaró la garganta, que de pronto e inexplicablemente se le había secado, y consideró la novedad no sólo de poder tener una familia, sino incluso más de una. Un puñado de relaciones…

—Gracias, señor. Lo intentaré.

Olivia y Dono aparecieron entonces, del brazo. Olivia vestida con su color amarillo favorito, Dono sobriamente espléndido con su uniforme azul y gris de la Casa Vorrutyer. Dono era un poco más bajito que su futura esposa, advirtió Mark por primera vez. Todas las chicas Koudelka tiraban a altas. Pero la fuerza de la personalidad de Dono era tal, que uno apenas reparaba en la diferencia de altura.

Llegaron junto al grupo y explicaron que cinco personas distintas les habían recomendado que fueran a probar la ambrosía de arce antes de que se acabara.

Se quedaron charlando, mientras Kareen iba a por otro montón de muestras, y aceptaron las felicitaciones de cuantos estaban allí reunidos. Incluso Ivan cumplió con su deber social.

Cuando Kareen regresó, Olivia le dijo:

—Acabo de hablar con Tatya Vorbretten. Estaba tan feliz… ¡René y ella acaban de encargar su bebé! El blastocito ha sido transferido al replicador uterino esta mañana. Y todo está sano hasta el momento.

Kareen, su madre, Olivia y Dono acercaron las cabezas, y esa parte de la conversación se volvió sorprendentemente ginecológica durante un instante. Ivan se apartó.

—Esto va de mal en peor —le confesó a Mark con voz hueca—. Solía perder antiguas novias que se casaban con otro de una en una. Ahora las pierdo por pares.

Mark se encogió de hombros.

—No puedo ayudarte, amigo. Pero si quieres mi consejo…

—¿

me das consejos a

sobre cómo llevar mi vida amorosa? —exclamó Ivan, indignado.

—Obtienes lo que das. Incluso yo he acabado por descubrirlo —le sonrió Mark.

Ivan gruñó y se dispuso a marcharse, pero luego se detuvo, sorprendido, al ver que el conde Dono llamaba a su primo Byerly Vorrutyer que paseaba por el camino que conducía a la Residencia.

—¿Qué está haciendo ése aquí? —murmuró Ivan.

Dono y Olivia se excusaron y se marcharon, presumiblemente para compartir su anuncio con el recién llegado. Ivan, después de un corto silencio, le tendió la taza vacía a Kareen y los siguió.

El comodoro, que rascaba con la cucharilla los restos de ambrosía de su taza, miró tristemente cómo Olivia se marchaba, del brazo de su flamante prometido.

—Condesa Olivia Vorrutyer —murmuró entre dientes, tratando obviamente de acostumbrar su boca y su mente al novedoso concepto—. Mi yerno, el conde… maldición, ese tipo es lo bastante viejo para ser el padre de Olivia.

—La madre, más bien —murmuró Mark.

El comodoro le dirigió una mirada amarga.

—¿Sabes? —añadió después de un instante—. Por el principio de propincuidad, siempre supe que mis hijas se casarían con oficiales jóvenes y brillantes. Esperaba acabar mandando a generales, en la vejez. Aunque al menos tengo a Duv, supongo, como consuelo. No es joven tampoco, pero sí lo bastante inteligente para dar un poco de miedo. Bueno, tal vez
Martya
nos proporcione algún futuro general.

En la mesa donde servían la manteca de cucaracha, Martya, ataviada con un vestido verde menta, se detuvo a comprobar el éxito de la operación, pero acabó ayudando a repartir ambrosía. Enrique y ella se agacharon juntos para recoger otro barril, y el escobariano se rió de todo corazón por algo que ella dijo. Cuando Mark y Kareen regresaran a la Colonia Beta, habían acordado que Martya se encargaría del negocio y supervisaría el inicio de las operaciones en el Distrito. Mark sospechaba que acabaría controlando una parte de la compañía, con el tiempo. No importaba. Ése era solamente su primer ensayo como empresario.
Puedo hacer más
. Enrique se enterraría en su laboratorio de desarrollo. Martya y él, sin duda, aprenderían un montón, trabajando juntos. Propincuidad…

Mark paladeó la idea en la punta de la lengua:
Y éste es mi cuñado, el doctor Enrique Borgos
… Se movió para que el comodoro quedara de espaldas a la mesa, donde Enrique miraba a Martya con abierta admiración y derramaba un montón de ambrosía sobre sus dedos. Los jóvenes intelectuales flacuchos tenían fama de envejecer bien, le había dicho Kareen. Así que si una de las Koudelka había elegido a un militar, y otra al político, y otra al economista, el equipo quedaría completo si una seleccionara al científico… No era sólo el generalato lo que Kou poseería en su vejez, sino el mundo. Piadoso, Mark decidió guardar si observación para sí.

Si las cosas iban bien, para Feria de Invierno tal vez le ofreciera a Kou y Drou un viaje de una semana con todos los gastos pagados al Orbe, sólo para animar la tendencia del comodoro hacia el liberalismo social. Pensó que eso también les permitiría viajar a la Colonia Beta y ver a Kareen, y que sería un soborno irresistible…

Ivan esperó a que Dono terminara su cordial conversación con su primo By. Dono y Olivia entraron en la Residencia a través de las amplias puertas de cristal cuya luz iluminaba el paseo pavimentado de piedra. By tomó una copa de vino de un criado que pasaba, bebió y se inclinó pensativo sobre la balaustrada que daba a los jardines escalonados.

Ivan se le acercó.

—Hola, Byerly —dijo afablemente—. ¿Por qué no estás en la cárcel?

By miró en derredor y sonrió.

—Vaya, Ivan. Me ofrecí como Testigo Imperial, ya sabes. Mi testimonio secreto ha puesto al querido Richars a la sombra. Todo está perdonado.

—¿Dono te perdonó por lo que intentaste?

—Fue idea de Richars, no mía. Siempre se consideró un hombre de acción. No hizo falta darle muchos ánimos para empujarlo más allá del punto de no retorno.

Ivan sonrió, tenso, y tomó a Byerly por el brazo.

—Vamos a dar un paseo.

—¿Adónde? —preguntó By, inquieto.

—A un sitio más privado.

El primer sitio más privado que encontraron sendero abajo, un banco de piedra en un hueco rodeado de setos, estaba ocupado por una pareja. Dio la casualidad de que el joven era un cadete Vor que Ivan conocía del Cuartel General de Ops. Tardó unos quince segundos en despedir a la pareja. Byerly se le quedó mirando con fingida admiración.

—Te estás convirtiendo en un hombre de gran autoridad últimamente, Ivan,

—Siéntate, By. Y corta el rollo. Si puedes.

Sonriendo, pero con la mirada alerta, By se sentó cómodamente y cruzó las piernas. Ivan se situó entre él y la salida.

—¿Por qué estás aquí, By? ¿Te invitó Gregor?

—Dono me trajo.

—Bien por él. Increíblemente bien. Yo, por ejemplo, no me lo trago.

By se encogió de hombros.

—Es cierto.

—¿Qué pasó de verdad la noche que atacaron a Dono?

—Dios, Ivan. Tu persistencia empieza a recordarme horriblemente a tu primo bajito.

—Has mentido y estás mintiendo, pero no sé en qué. Haces que me duela la cabeza. No estoy dispuesto a compartir esa sensación.

—Vamos, vamos… —los ojos de By chispearon bajo las luces de colores, aunque su cara estaba en semipenumbra—. En realidad es muy sencillo. Le dije a Dono que yo era un
agente provocador
. Es cierto, ayudé a preparar el ataque. Lo que olvidé mencionar a Richars, era que también había preparado un escuadrón de guardias municipales para que lo interrumpieran a tiempo. En el guión previsto, Dono llegaba tambaleándose a la mansión Vorsmythe, con muy mal aspecto, delante de la mitad del Consejo de Condes. Un gran espectáculo público garantizado para arrancar un sustancioso voto de simpatía.

—¿Convenciste a Dono de eso?

—Sí. Afortunadamente, pude mostrar a los guardias como testigos de mis buenas intenciones. ¿No soy listo? —sonrió.

—También lo es Dono. ¿Preparó esto contigo, para ponerle la zancadilla a Richars?

—No. De hecho, tenía que ser una sorpresa, aunque resultó que no lo fue tanto. Deseaba asegurarme de que la respuesta de Dono fuera completamente convincente. El ataque tenía que tener testigos e incriminar a Richars, y eliminar la defensa de «sólo fue una broma». No habría tenido el tono adecuado si Richars hubiera sido simplemente (y probablemente) la víctima de una trampa de su rival político.

—Juraría que no estabas fingiendo cuando te vi tan apurado esa noche.

—Oh, lo estaba. Un recuerdo dolorosísimo. Toda mi preciosa coreografía estuvo a punto de quedar arruinada. Aunque, gracias a Olivia y a ti, se salvó el resultado. Debería estarte agradecido, supongo. Mi vida sería… más incómoda ahora mismo si esos brutales matones hubieran tenido éxito.

¿
Exactamente cómo de incómoda, By
? Ivan hizo una pausa, y luego preguntó en voz baja:

—¿Ordenó Gregor esto?

—¿Tienes visiones románticas de contradicciones plausibles, Ivan? Cielos, no. Ya tuve problemas manteniendo a SegImp apartado de este asunto. La inminencia de la boda hizo que todos estuvieran incómodamente alerta todo el tiempo. Habrían querido arrestar a los conspiradores inmediatamente. No habría sido tan efectivo desde un punto de vista político.

Si By estaba mintiendo… Ivan no quería saberlo.

—Si juegas con los chicos mayores, será mejor que te asegures de ganar, dice Miles. Y no hay Regla Dos.

Byerly suspiró.

—Eso me dijo.

Ivan vaciló.

—¿
Miles
habló contigo sobre esto?

—Hace diez días. ¿Te ha explicado alguien alguna vez el significado del término
déjà vu
, Ivan?

—Te echó una bronca, ¿eh?

—Fue peor. Me… me
criticó
—Byerly se estremeció, delicadamente—. Desde un punto de vista de operaciones encubiertas, ni te imaginas. Una experiencia que confío en que nunca se repita. —Sorbió su vino.

Ivan casi estuvo tentado de asentir, compasivo. Pero no del todo. Arrugó los labios.

—Bueno, By… ¿quién es tu punto ciego?

By parpadeó.

—¿Mi qué?

—Todos los informadores encubiertos tienen un punto ciego. No estaría bien que te vieran entrar y salir del Cuartel General de SegImp los mismos hombres a los que podrías, tal vez, delatar mañana. ¿Cuánto tiempo llevas en el trabajo, By?

—¿Qué trabajo?

Ivan permaneció en silencio y frunció el ceño. Sin humor.

By suspiró.

—Unos ocho años.

Ivan alzó una ceja.

—Asuntos Domésticos… contraespionaje… empleado de contratos civiles… ¿cuál es tu nivel? ¿IS-6?

Los labios de By se torcieron.

—IS-8.

—Ooh. Muy bueno.

—Vaya, lo soy. Naturalmente,
era
IS-9. Estoy seguro de que volveré a serlo, algún día. Tendré que aburrirme y seguir las reglas durante un tiempo. Por ejemplo, tendré que informar de esta conversación.

—Sin problemas.

Finalmente, todo encajaba, en columnas ordenadas sin flecos liosos. Así que Byerly Vorrutyer era uno de los ángeles sucios de Illyan… de Allegre ahora, supuso Ivan. Resolviendo unos asuntillos personales de camino, parecía. By sin duda habría recibido una reprimenda por haberse pasado de la raya en beneficio de Dono. Pero su carrera sobreviviría. Si Byerly era una especie de tornillo suelto en las entrañas del Cuartel General de SegImp, había un hombre muy listo con un destornillador. Un oficial del calibre de Galeni, si SegImp tenía suerte. Puede que incluso le hiciera una visita a Ivan, después de aquello. El asunto prometía ser interesante. Lo mejor de todo, Byerly Vorrutyer era
su
problema. Ivan sonrió aliviado y se levantó.

Byerly se desperezó, recogió su copa de vino medio vacía y se dispuso a acompañar a Ivan por el sendero.

El cerebro de Ivan no paraba de dar vueltas al escenario, a pesar de su severa orden de que parase. Un vaso de vino para él debería servir. Pero no pudo dejar de preguntar:

—Entonces, ¿quién es tu punto ciego? Tiene que ser alguien que yo conozca, maldición.

—Vaya, Ivan. Creía que con las pistas que tienes lo habrías descubierto por tu cuenta ya.

—Bueno… tiene que ser alguien situado entre el ambiente social de los Altos Vor, porque ésa es claramente tu especialidad. Alguien con quien te encuentras frecuentemente, pero no un compañero constante. Alguien que también tiene contactos diarios con SegImp, pero de manera poco llamativa. Alguien en quien nadie reparará. Un canal no observador, un conducto ignorado. Oculto a plena vista. ¿Quién?

Llegaron a lo alto del sendero. By sonrió.

—Eso sería chivarme.

Se marchó. Ivan giró sobre sus talones para alcanzar a un criado con una bandeja de copas de vino. Se volvió para mirar a By, que hacía una excelente imitación de un payaso borracho medio borracho, en parte porque era un payaso borracho, se detuvo para hacer una reverencia a lady Alys y Simon Illyan, que salían juntos de la Residencia para tomar un poco de aire. Lady Alys le respondió con un frío gesto.

Ivan se atragantó con el vino.

Miles tuvo que marcharse a posar para los vids con el resto de los invitados a la boda. Ekaterin trató de no parecer demasiado nerviosa, en compañía de Kareen y Mark, pero sintió un retortijón de alivio cuando vio a Miles que bajaba las escalinatas de la cara norte de la Residencia y se dirigía hacia ella. La Residencia Imperial era enorme y antigua y hermosa e intimidadora y estaba llena de historia, y ella dudaba de que alguna vez pudiera imitar la manera en que Miles parecía entrar y salir por las puertas como si fuera dueño del lugar. Y sin embargo…moverse en aquel sorprendente espacio fue más fácil esta vez, y no tenía dudas de que sería más fácil aún en su próxima visita. O bien el mundo no era un lugar tan grande y aterrador como antes creía, o bien… ella no era tan pequeña e indefensa como una vez imaginó que era. Si el poder era una ilusión, ¿no lo era también necesariamente la debilidad?

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