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Authors: Leena Lehtolainen

Tags: #Intriga

Mi primer muerto (5 page)

BOOK: Mi primer muerto
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Todos parecían muy interesados en informarme de la relación entre Piia y Jukka, con la diferencia de que Jyri hablaba de ello con cierta admiración.

—¿Y qué pasó después?

—Nada. Piia debió de volver abajo y entonces Antti subió a dormir; yo esperé un ratito y fue cuando bajé otra vez a ver a Tuulia, pero seguía panza arriba y roncando. Y entonces me quedé grogui, pero esta vez de verdad, porque me tomé otro lingotazo de whisky. Para consolarme, vaya.

—¿Y a qué hora te fuiste a dormir al final?

—Pues calculo que a eso de las tres...

—¿Y Jukka estaba en ese momento en su cuarto?

—No sabría decir, la puerta estaba cerrada. Y tampoco sé si Piia estaba allí.

—Cuando encontraste a Jukka en el agua, ¿notaste algo fuera de lo normal?

—¿Fuera de lo normal? Bueno... sí, que estaba muerto. ¿No te parece lo bastante raro? No me fijé en nada, la verdad es que no quería mirar... Y la resaca se me vino encima y me puse a vomitar.

—¿Y no regresaste a la playa después de aquello?

—No. Mirja y Antti fueron a ver; primero volvió ella y luego Antti, que dijo que lo mejor era que no nos acercásemos, por si lo revolvíamos todo.

Tras la verborrea de Jyri, la seriedad flemática de Mirja Rasikangas resultaba aún más irritante. Mirja me dio a entender con bastante claridad que no tenía ninguna confianza en mi habilidad policial. Poco a poco volvían a mi memoria los recuerdos de las visitas de Mirja a nuestro piso y su manera de dejar entrever que me consideraba una persona de segunda categoría, sólo porque no me interesaba en la música «de verdad». Y era cierto, a excepción de los solos de bajo en las canciones punk. Cierta velada, tras uno de los ensayos del coro y por pura maldad, me dediqué a criticar ferozmente las melancólicas canciones del folclore de Carelia —que constituían la base del repertorio de la ACUEF—, cuyo bordoneo me había llegado a través de la pared durante tres horas. En realidad, mi opinión sobre la música clásica no era, ni mucho menos, tan negativa como quise dar a entender aquel día, y nadie, salvo Mirja, se había tomado en serio mi provocación.

Me irritaban mis prejuicios hacia Mirja. Un policía en toda regla debe mantenerse siempre imparcial ante aquellos a los que interroga.

—Llegamos a eso de las seis —comenzó Mirja—, Jyri y Jukka se picaron y condujeron como salvajes por los caminos de tierra. No acabamos en una zanja de milagro... Se me revolvió el estómago, pero, a ver, había que cantar, que para eso estábamos en la villa, para ensayar, aunque a ratos parecía que a algunos se les olvidase. Trabajamos a tope un par de horas, pero luego la cosa empezó a ir a peor, con Jyri pidiendo cerveza y eso.

—¿Qué más ensayasteis, aparte de lo de Kuula?

—Con Kuula se nos fue la mayor parte del tiempo, porque la soprano segunda no estaba a la altura y a Jyri no terminaba de entrarle su parte e iba muy lento. Luego pasamos a las
Piae Cantiones
e hicimos algunas piezas finlandesas facilitas.

—¿Cuál de vosotras es la soprano segunda?

—Piia, quién va a ser... —me espetó Mirja, como si le hubiese preguntado algo evidente. Recordaba que Jaana también era soprano segunda. Ella solía presentarse como «soprano de segunda clase», porque no llegaba lo suficientemente alto para ser una soprano auténtica, ni lo suficientemente bajo para ser contralto.

—¿Y luego, cuando se acabó el ensayo?

—Tuulia y yo nos pusimos a preparar la comida... qué se le va a hacer, a unos les toca siempre trabajar mientras otros se dedican a hacer el vago, y luego lavé los platos antes de ir a la sauna. Todo fue de lo más normal. Jyri intentó camelarse a Tuulia, cosa que tal vez se salía de lo habitual, pero por lo demás la velada transcurrió como siempre que nos reunimos los del coro: sauna, charla y bebida. Yo no suelo beber más de dos copas, y la verdad es que no estaba muy sociable, así que me fui al embarcadero a pescar un rato y conseguí sacar un lucio de kilo y medio... Todo el mundo se quedó admirado. —Mirja estaba orgullosa de sus habilidades para la pesca. No lograba imaginármela lanzando el sedal, pero lo de matar el pez era otro cantar—. Acabé muy cansada de limpiar el lucio, así que fui la primera en irse a dormir, debían de ser las doce...

—Sin embargo, de madrugada estabas despierta, porque viste a Jyri que subía al primer piso, ¿no?

—Tuulia roncaba que daba espanto y nos despertó a Piia y a mí. Piia fue al baño y entonces Jyri se presentó en el salón. Yo también fui al baño, y al volver intenté que Tuulia se diese la vuelta y se pusiese boca arriba para que dejara de roncar, pero no lo conseguí. Después me dormí, a pesar de todo.

—¿Dónde se hallaba Piia entretanto? ¿Volvió? —Tenía la impresión de que Mirja había estado esperando todo el tiempo a que yo le hiciese alguna pregunta realmente estúpida. Me sentía como si me encontrara ante una profesora estricta, de esas que siempre parecen estar enteradas de todo, también de que la estudiante de aspecto más modoso es precisamente la que más fuma en los baños.

—Pues mira, eso no lo sé. A lo mejor pensé que se había ido con Jyri a alguna parte. Será mejor que se lo preguntes a ella... Por la mañana fui la primera en despertarme, poco después de las ocho. Estuve contemplando lo bonita que estaba la mañana e hice café. A eso de las diez puse música, a ver si los demás se despertaban de una vez, porque teníamos que ensayar. Recuerdo que me extrañó no ver a Jukka por ninguna parte, ya que al fin y al cabo, era el anfitrión. Los hombres siempre se levantan más tarde, para que seamos las mujeres las que preparemos el café.

Por una vez las dos opinábamos lo mismo.

—Cuando Jyri os dijo que había encontrado a Jukka muerto en la playa, Antti y tú os precipitasteis al lugar, ¿por qué?

—¿Cómo que por qué? Si alguien viniese gritando que otro está muerto, supongo que irías a ver qué ocurre, ¿no? Los demás se quedaron paralizados. En los grupos grandes siempre suelen ser los mismos quienes se ponen en movimiento cuando de verdad hace falta.

—Según Antti, le tomasteis el pulso a Jukka y llegasteis a la conclusión de que estaba muerto. De hecho, llamaste a la policía antes que a la ambulancia. ¿Estabas segura de que estaba muerto?

—Yo ni siquiera me acerqué a Jukka, y Antti se comportó como si... como si quisiera protegerme y que no lo viese. Y no lo vi bien, pero me fié de lo que me dijo. El número de la policía fue el primero que vi en la lista que tenían los Peltonen. Estaba antes que el de la ambulancia.

—¿Regresaste a la playa después de llamar?

—No. Antti también había vuelto, así que nos dedicamos a esperar.

Eso significaba que Antti Sarkela había tenido la oportunidad de quedarse a solas con el cadáver y así borrar las huellas, de haberlo necesitado. Al final iba a resultar que aquél no era más que un homicidio en el más puro estilo finlandés, o sea, la típica pelea entre dos borrachos. ¿Por una botella? ¿Por una mujer?

—¿Tienes alguna idea de quién podría haber querido matar a Jukka Peltonen y por qué?

—Sería mejor que me preguntaras quién no tenía motivos para matar a Jukka.

—Bueno, pues quién.

—Yo. Nunca he mantenido ninguna relación con él... ya sabes a qué me refiero. Y Antti tampoco debía de tener ninguna razón; eran muy amigos. Cosa que no puede decirse de los demás... Sirkku tuvo una aventura con Jukka en Alemania, lo que motivó que cortase con su anterior novio. Quizá ella creía que Jukka iba en serio. Es tan infantil que no me extrañaría que lo hubiese pensado... Timo siempre ha tenido celos de Jukka.

A Mirja se la veía entusiasmada con el tema.

—O tal vez Piia había llegado con Jukka más lejos de lo que deseaba y a lo mejor él la estaba amenazando con contárselo a Peter y destruir su matrimonio. Tuulia y Jukka, por otra parte, tenían una relación muy peculiar, a ratos eran sólo amigos y a ratos se enrollaban. Nadie sabe lo que Tuulia pensaba realmente de Jukka. Y Jyri, por su parte, lo idolatraba, dependía de él de una forma extraña. Además, Jyri está colgadísimo por Tuulia, cosa que Jukka aprovechaba para meterse con él. Ella tonteaba con el chico a propósito, para divertirse, seguramente, porque es imposible que se lo tomara en serio. En mi opinión, Tuulia es la mejor candidata a asesina, nadie más estaría aguantando la presión sin que los nervios lo delatasen. —Con esta lapidaria frase, Mirja zanjó la cuestión.

«Salvo tú, que también la aguantarías», pensé, y le pedí no muy amigablemente que al salir le dijese a Tuulia que ya podía pasar. Me habría gustado tener un cerebro capaz de clasificar la información con la eficiencia del de Mirja, pero, por algún motivo, el mío parecía funcionar a trompicones todo el tiempo.

El interrogatorio de Tuulia iba a resultar aún más arduo que el de Mirja. Siempre me había gustado. Nos encontrábamos de vez en cuando, por casualidad, en la cantina de la universidad y solíamos intercambiar comentarios jocosos y bromas. Al igual que yo, Tuulia no se decidía sobre el rumbo que debía darle a su vida. Había estudiado ciencias de la información y sociología con resultados que dejaban bastante que desear, y en algún momento también lo había intentado con la teoría dramática. Su último foco de interés era la historia de la cultura, que estudiaba en Turku. Además, Tuulia había hecho todo tipo de trabajillos y no parecía sentir necesidad alguna de licenciarse o establecerse.

—Oye, ¿podría ser Piia la siguiente?, es que queremos reunirnos en mi casa para comernos las sobras del fin de semana y celebrar un pequeño homenaje, y como Antti no quiere venir, él podría quedarse para el final, ¿no te parece? Lo digo porque como estás llamándonos por orden alfabético... —Se notaba a la legua que la aparente jovialidad de Tuulia era forzada.

—Vale. ¿Los demás siguen esperando fuera?

—Sí, nadie tiene ganas de irse solo a ninguna parte. Bueno, ni de quedarse a solas con nadie, seguramente. Cualquiera sabe quién es el asesino y quién no... Ah... qué sensación tan extraña, después de ser amiga de Jukka casi veinte años, y ahora... Estuvimos en la misma clase que Antti durante toda la escuela.

—¿Qué haces en este momento?

—Sigo estudiando historia de la cultura en Turku, asisto una vez por semana a un curso de la universidad de verano y cuido niños en el parque un par de días a la semana. Y el resto del tiempo empino el codo. O sea, nada que ver con lo que se supone que debería ser la vida de una persona decente, o por lo menos aún no, aunque los treinta estén al caer —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Qué pasó ayer? —No podía rendirme ante aquella sonrisa, aunque ganas no me faltaban.

El relato de Tuulia era similar a los anteriores. Un día tranquilo, las canciones, la hermosa noche de verano. Mirja había sido la primera en irse a dormir, seguida de Jyri —personalmente se había alegrado de que por fin el muchacho se quedase frito, porque no estaba de humor para tonteos—, y luego los siguieron el grupito de Timo, Sirkku y los demás.

—Yo le di las buenas noches a Jukka pasada la una, más o menos, nada fuera de lo normal. Por la mañana fui a la puerta de su cuarto a llamarlo para que se despertara y para decirle que el café estaba listo, pero no respondió. Abrí y vi que no estaba. Debí de pensar que estaría nadando, o a lo mejor no pensé nada.

—¿Por qué no fuiste a la playa a ver lo que le había pasado?

—Contemplar cadáveres no entra dentro de mis pasiones. Y además pensé que Jyri estaba exagerando. Es un niñato y encima estaba aún borracho esta mañana. Mirja, cómo no, salió corriendo a verlo por pura curiosidad, siempre anda metiendo las narices en todo. Y Antti, pobre... no habría debido ir a verlo, porque quería a Jukka de verdad. —Tuulia agachó la cabeza y se cubrió el rostro con las manos, la melena corta de cabellos claros le cayó sobre la frente. No podía permitirle una escena de llanto, así que continué con las preguntas, implacable.

—Conocías a Jukka desde hace bastante tiempo. ¿Tienes alguna idea de quién podía odiarlo tanto como para matarlo?

—¿Cómo puedo saberlo? No paro de darle vueltas a la cabeza, pero creo que tiene que haber alguna explicación racional. La única persona que puedo imaginarme haciendo algo semejante, a sangre fría, es Mirja, pero no logro encontrar una razón para que lo hiciera.

—¿Y si estaba enamorada de Jukka en secreto o algo por el estilo? —Me hacía gracia que las mujeres se echasen la culpa unas a otras.

—¡Cómo iba a estar enamorada de Jukka! Antti es el que la trae loca, por lo menos desde que él y Sarianna lo dejaron, hará un par de años. A mí nunca me ha contado nada, naturalmente, pero todos lo sabemos. Que yo recuerde, en una fiesta se echó en los brazos de Jukka sólo por llamar la atención de Antti, pero le salió el tiro por la culata. Y ayer también, cuando le enseñó el lucio que había pescado. Una manera peculiar de llamar la atención de un hombre, ¿no te parece? Qué mal rollo... me refiero a Mirja. Opino que Antti necesitaría una mujer algo más apasionada que ese iceberg.

—¿Qué clase de relación tenías tú con Jukka?

—Ay, muy buena... Lo conocía muy bien y era un tipo con el que una podía divertirse. En general lo nuestro era un acuerdo de amistad, cooperación y asistencia mutua, como el de los rusos y los finlandeses, el famoso YYA. Follábamos cuando nos apetecía e íbamos juntos de vez en cuando a los saraos, me prestaba dinero y esas cosas. Siempre nos funcionó estupendamente. Es una pena que una amistad tan larga acabe así... —A Tuulia le faltó poco para echarse de nuevo a llorar, pero al parecer pensó que un interrogatorio policial no era el momento adecuado para ello y volvió a cambiar el registro a otro más jovial—. De verdad, espero que le encuentres un motivo a la cabrona de Mirja, porque no me gustaría que ninguno de los demás resultase ser el culpable. —El rostro de Tuulia se contrajo en un intento fracasado de sonreír.

—¿Por qué Jukka y tú seguíais siendo miembros de la ACUEF? ¿No es más bien un coro estudiantil?

—Yo aún no me he licenciado —respondió Tuulia, molesta—. A mí me va el rollo juvenil, eso de irse de copas después de los ensayos. El otoño pasado lo intenté en otro coro, en Cantiamo, pero todo era tan... maduro y familiar. Un muermazo de gente. Reconozco que para mí la ACUEF no es más que una manera de prolongar mi juventud y pasarme la vida de cachondeo con veinteañeros... Jukka lo que quería era ser el rey del mambo. En la ACUEF hacía todos los solos, pero en un coro mejor no habría podido destacar tanto. Antti ha estado a punto de dejarlo muchas veces, pero por suerte siempre lo convencíamos para que volviera. —Tuulia se levantó—. ¿Alguna pregunta más, o le digo ya a Piia que entre? A ver si vamos a tomarnos una cerveza cuando se acabe todo esto.

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