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Authors: J. K. Rowling

Tags: #fantasía, #infantil

Harry Potter y el Misterio del Príncipe (57 page)

BOOK: Harry Potter y el Misterio del Príncipe
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»La negligencia con que Voldemort trataba su
Horrocrux
me parecía muy sospechosa. Sugería que había creado o planeaba crear más
Horrocruxes
, y que por eso la pérdida del primero no resultaba tan perjudicial. Yo no quería creerlo, pero era lo único que tenía sentido.

»Dos años más tarde, tú me contaste que la noche en que Voldemort regresó a su cuerpo hizo una declaración sumamente alarmante y esclarecedora a sus
mortífagos
: "Yo, que he ido más lejos que nadie en el camino hacia la inmortalidad." Eso fue lo que dijo, según tú: "más lejos que nadie". Y yo creí entender qué significaba, aunque los
mortífagos
no lo comprendieran. Se refería a sus
Horrocruxes
,
Horrocruxes
en plural, Harry, algo que supongo que no ha tenido jamás ningún otro mago. Y sin embargo encajaba: lord Voldemort parecía haberse vuelto menos humano con el paso del tiempo, y la transformación que había experimentado sólo me parecía explicable si su alma había sido mutilada hasta más allá de los límites de lo que podríamos llamar la maldad "normal".

—¿Así que matando a otras personas ha logrado que sea imposible matarlo a él? —preguntó Harry—. Si tanto le interesaba la inmortalidad, ¿por qué no hacía una piedra filosofal o robaba una?

—Bueno, ya sabemos que lo intentó hace cinco años —le recordó Dumbledore—. Pero, a mi entender, hay varias razones por las que una piedra filosofal debía de atraerlo menos que los
Horrocruxes
.

«Aunque, en efecto, el Elixir de la Vida prolonga la existencia, debe beberse regularmente durante toda la eternidad si el sujeto pretende seguir siendo inmortal. Por lo tanto, Voldemort dependería por completo de dicho elixir, y si éste se agotaba o se contaminaba, o si le robaban la piedra filosofal, moriría igual que cualquier otro mortal. A Voldemort le gusta trabajar solo, no lo olvides. Creo que la idea de depender de algo, aunque fuera del Elixir de la Vida, debía de resultarle intolerable. Naturalmente, estaba dispuesto a beberlo si de ese modo lograba salir de la espantosa pseudo-vida a la que quedó condenado después de atacarte a ti, pero sólo con el propósito de recuperar un cuerpo. Estoy convencido de que a partir de entonces decidió seguir confiando en sus
Horrocruxes
: si lograba recuperar la forma humana, no necesitaría nada más. Ya era inmortal, ¿entiendes? O tan inmortal como puede llegar a ser un hombre.

»Pero ahora, Harry, con esta información en la mano, con el crucial recuerdo que has logrado obtener para nosotros, estamos más cerca de lo que nadie ha estado nunca de obtener el secreto para acabar con lord Voldemort. Ya has oído lo que dijo: "¿No sería mejor, no fortalecería más, dividir el alma en más partes? Por ejemplo, si el siete es el número mágico más poderoso…" ¡Si el siete es el número mágico más poderoso! Sí, creo que la idea de un alma dividida en siete partes debía de seducirlo plenamente.

—¿Creó siete
Horrocruxes
? —dijo Harry, aterrado, mientras varios retratos emitían ruiditos de asombro e indignación—. Pero entonces podrían estar escondidos en cualquier rincón del mundo, enterrados o invisibles…

—Me satisface comprobar que sabes valorar la magnitud del problema —repuso el director con serenidad—. Pero, antes de nada, permíteme que te corrija, Harry: no creó siete
Horrocruxes
, sino seis. La séptima parte de su alma, aunque mutilada, reside en su regenerado cuerpo. Esa fue la parte de su ser que llevó una existencia espectral durante sus largos años de exilio; sin ella, Voldemort no es nada. Esa séptima parte de alma, la parte que vive en su cuerpo, es la última que cualquiera que desee matar a Voldemort debe atacar.

—Pero entonces, los seis
Horrocruxes
… —dijo Harry con cierta desesperación— ¿qué se supone que hemos de hacer para encontrarlos?

—Olvidas que tú ya has destruido uno. Y yo otro.

—¿Ah, sí? —se extrañó Harry.

—Sí, así es —confirmó Dumbledore, y levantó la ennegrecida y chamuscada mano—: el anillo, Harry. El anillo de Sorvolo. Y también la terrible maldición que llevaba consigo. De no ser por mi prodigiosa destreza (perdona mi falta de modestia) y por la oportuna intervención del profesor Snape cuando regresé gravemente herido a Hogwarts, quizá no hubiese vivido para contarte la historia. Sin embargo, una mano atrofiada no parece un precio desorbitado por una séptima parte del alma de Voldemort. El anillo ya no es un
Horrocrux
.

—Pero ¿cómo lo encontró?

—Como ahora sabes, llevo muchos años dedicado a recabar información acerca del pasado de Voldemort. He viajado mucho y he visitado los lugares donde él estuvo. El anillo lo encontré oculto entre las ruinas de la casa de los Gaunt. Al parecer, tras conseguir encerrar una parte de su alma en el interior del anillo, ya no quiso llevarlo puesto. Así que lo escondió, protegido mediante diversos y poderosos sortilegios, en la casucha donde habían vivido sus antepasados (cuando a Morfin ya lo habían enviado a Azkaban, por supuesto), y no se le ocurrió que un día yo me tomaría la molestia de visitar las ruinas, ni que me mantendría atento por si detectaba algún rastro de ocultación mágica.

»Sin embargo, no deberíamos echar las campanas al vuelo. Tú destruiste el diario y yo el anillo, pero, si nuestra teoría del alma dividida en siete partes es correcta, aún quedan cuatro
Horrocruxes
.

—¿Y podrían ser cualquier cosa? —preguntó Harry—. ¿Podrían ser latas viejas o… no sé, botellas de poción vacías?

—Estás pensando en los trasladores, Harry, esos objetos normales y corrientes, fáciles de pasar por alto. Pero ¿utilizaría lord Voldemort latas o botellas de poción viejas para guardar algo tan precioso para él como su alma? Olvidas lo que te he mostrado. A lord Voldemort le gustaba coleccionar trofeos y prefería los objetos que poseyeran una intensa historia mágica. Su orgullo, su fe en su propia superioridad, su voluntad de hacerse un nombre destacado en la historia mágica… todo eso me hace pensar que debió de elegir sus
Horrocruxes
con cierto cuidado, decantándose por objetos dignos de semejante honor.

—El diario no era muy especial.

—El diario, como tú mismo has dicho, era una prueba de que Voldemort era el heredero de Slytherin; estoy seguro de que él le atribuía una gran importancia.

—¿Y los otros
Horrocruxes
? —preguntó Harry—. ¿Usted sabe qué son, señor?

—Sólo puedo hacer conjeturas. Por las razones que ya he explicado, creo que lord Voldemort eligió objetos que por sí mismos poseen cierto esplendor. Por lo tanto, he indagado en su pasado para ver si encontraba indicios de que algún elemento de ese tipo hubiera desaparecido estando él cerca.

—¡El guardapelo! —exclamó Harry—. ¡La copa de Hufflepuff.

—Sí —dijo Dumbledore sonriente—. Me apostaría algo (la otra mano no, pero quizá sí un par de dedos) a que se convirtieron en los
Horrocruxes
números tres y cuatro. Los otros dos, suponiendo, una vez más, que Voldemort creara un total de seis, resultan más problemáticos; con todo, me atrevería a aventurar que, tras guardar en lugar seguro las reliquias de Hufflepuff y de Slytherin, decidió buscar otros objetos que hubieran pertenecido a Gryffindor o Ravenclaw. No me cabe duda de que las pertenencias de los cuatro fundadores ejercían un poderoso atractivo para la imaginación de Voldemort. No puedo garantizar que haya encontrado algo de Ravenclaw, pero tengo la seguridad de que la única reliquia conocida de Gryffindor permanece a buen recaudo.

Dumbledore señaló con sus renegridos dedos la pared a su espalda, donde una espada con rubíes incrustados reposaba en una urna de cristal.

—¿Cree que por eso Voldemort quería regresar a Hogwarts, señor? ¿Para buscar algo que hubiera pertenecido a los otros fundadores?

—Eso es exactamente lo que creo —confirmó Dumbledore—. Pero, por desgracia, ese convencimiento no nos permite progresar mucho porque él se marchó del castillo sin haber podido registrarlo, o eso creo. Así pues, me veo obligado a pensar que nunca vio cumplida su ambición de recoger un objeto de cada uno de los cuatro fundadores de Hogwarts. Tenía dos, eso sí; hasta es posible que encontrara tres. De momento, eso es todo.

—Pero, aunque hubiera logrado hacerse con algo de Ravenclaw o de Gryffindor, aún quedaría un sexto
Horrocrux
—dijo Harry contando con los dedos—. A menos que consiguiera ambos, ¿no?

—No lo creo. Me parece saber qué es el sexto
Horrocrux
. ¿Qué dirías si te confieso que he sentido cierta curiosidad por el comportamiento de la serpiente
Nagini
?

—¿La serpiente? —repitió Harry con asombro—. ¿Se pueden hacer
Horrocruxes
con animales?

—Bueno, no es aconsejable. Confiarle una parte de tu alma a algo capaz de pensar y moverse por sí mismo es un asunto muy arriesgado. Con todo, suponiendo que mis cálculos sean correctos, a Voldemort todavía le faltaba un
Horrocrux
, si quería reunir seis, cuando entró en la casa de tus padres con la intención de matarte.

«Parece que reservaba el proceso de crear
Horrocruxes
para las muertes más importantes. La tuya, desde luego, lo habría sido mucho. Voldemort creía que matándote destruiría el peligro anunciado por la profecía y que de ese modo él se haría invencible. Estoy convencido de que pretendía crear su último
Horrocrux
utilizando tu muerte.

»Como es obvio, no lo logró. Sin embargo, tras un intervalo de varios años utilizó a
Nagini
para matar a un anciano
muggle
y quizá entonces se le ocurriera convertir a la serpiente en su último
Horrocrux
.
Nagini
subraya su relación con Slytherin, y eso realza el halo de misterio de lord Voldemort. Me inclino a pensar que siente más cariño por ella que por cualquier otro ser; le gusta tenerla cerca y da la impresión de que la domina asombrosamente, incluso tratándose de un hablante de
pársel
.

—A ver —dijo Harry—, hemos destruido el diario y el anillo. La copa, el guardapelo y la serpiente todavía están intactos, y usted cree que podría haber un
Horrocrux
que perteneció a Ravenclaw o Gryffindor, ¿no?

—En efecto, un resumen admirablemente conciso y exacto —dijo el director inclinando la cabeza.

—Y… ¿sigue usted buscándolos, señor? ¿Por eso se ausenta del colegio?

—Correcto. Llevo mucho tiempo buscando. Y es posible que esté a punto de encontrar otro. Hay indicios esperanzadores.

—Y si lo encuentra —saltó Harry—, ¿me dejará ir con usted y ayudarlo a que lo destruya?

—Sí, creo que sí —respondió el director mirándolo a los ojos.

—¿Podré ir? —repitió el muchacho, sin dar crédito a sus oídos.

—Sí, Harry —reafirmó Dumbledore con una sonrisa—. Creo que te has ganado ese derecho.

Harry sintió que se hinchaba de orgullo. Por una vez, no adoptaban con él una actitud protectora ni le aconsejaban cautela, y eso resultaba muy reconfortante. Los directores y directoras que colgaban de las paredes no parecían tan favorablemente impresionados por la decisión de Dumbledore; algunos menearon la cabeza y Phineas Nigellus soltó un resoplido de desaprobación.

—¿Sabe lord Voldemort cuándo se destruye un
Horrocrux
, señor? ¿Lo nota? —inquirió el muchacho sin hacer caso a los retratos.

—Una pregunta muy interesante, Harry. Creo que no. Creo que ahora está tan sumido en su maldad, y esas indispensables partes de su alma llevan tanto tiempo separadas de él, que ya no siente como nosotros. Quizá en el momento de la muerte se dé cuenta de su pérdida… Pero no se enteró, por ejemplo, de que el diario había sido destruido hasta que obligó a Lucius Malfoy a revelarle la verdad. Tengo entendido que cuando descubrió que el diario había sido mutilado y desprovisto de todos sus poderes, su cólera fue devastadora.

—Pero ¿no fue él quien le pidió a Lucius Malfoy que introdujera el diario en Hogwarts?

—Sí, así es, aunque de eso hace muchos años, cuando estaba seguro de que podría crear más
Horrocruxes
. Además, Lucius tenía que esperar a que le diera la orden de actuar, pero nunca la recibió porque Voldemort se esfumó poco después de entregarle el diario. No cabe duda de que creyó que Malfoy no se atrevería a hacer nada con el
Horrocrux
salvo guardarlo con sumo cuidado. Pero pasaron los años y Lucius dio por muerto a su autor. Lucius no sabía qué era en realidad el diario, claro. Me consta que Voldemort le había dicho que ese libro permitiría que la Cámara de los Secretos volviera a abrirse porque se le había hecho un astuto sortilegio. De haber sabido que tenía entre las manos una parte del alma de su amo, sin duda lo habría tratado con más respeto, pero actuó por su cuenta y puso en práctica el antiguo plan en su propio beneficio: poniendo el diario en manos de la hija de Arthur Weasley pretendía desacreditar a éste, hacer que me echaran de Hogwarts y librarse de un objeto altamente comprometedor, todo de una vez. ¡Ay, pobre Lucius…! Entre la furia de Voldemort al enterarse de que había utilizado el
Horrocrux
para lograr sus propios fines, dando lugar a que se destruyera, y el fracaso en el ministerio el año pasado, no me sorprendería que ahora Lucius se alegrara de estar a salvo en Azkaban, aunque no lo reconozca.

—Y si todos esos
Horrocruxes
se destruyeran, ¿se podría matar a Voldemort? —preguntó Harry tras un momento de reflexión.

—Sí, creo que sí. Sin sus
Horrocruxes
, Voldemort será un hombre mortal con el alma deteriorada y menoscabada. Pero no olvides que, aunque su alma esté dañada y no pueda recomponerse, su mente y sus poderes mágicos permanecen intactos. Harán falta un poder y una habilidad excepcionales para matar a un mago como él, incluso sin los
Horrocruxes
.

—Pero yo no tengo un poder ni una habilidad excepcionales —arguyó Harry.

—Sí los tienes —replicó Dumbledore con firmeza—. Tienes un poder que Voldemort nunca ha tenido. Tú puedes…

—¡Ya lo sé! —saltó Harry, impaciente—. ¡Yo puedo amar! —Y se contuvo de añadir: «¡Qué gran ayuda!»

—Exacto, Harry, tú tienes el poder de amar —dijo Dumbledore, y dio la impresión de que sabía muy bien qué había estado a punto de decir Harry—. Y eso, teniendo en cuenta todo lo que te ha pasado, es algo grandioso y extraordinario. Todavía eres demasiado joven para entender lo excepcional que eres.

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