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Authors: Kim Harrison

Tags: #Fantástico, Romántico

El bueno, el feo y la bruja (40 page)

BOOK: El bueno, el feo y la bruja
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—Rachel —dijo con voz que sonó preocupada a través del auricular—, ten cuidado.

—Sí —dije. El pulso se me aceleró por anticipación y preocupación—. Gracias, Nick. —Me mordí el labio inferior con un pensamiento repentino—. Oye, guárdame el libro hasta que hablemos luego, ¿vale?

—¿Ray-ray? —me preguntó recelosamente.

—Pregúntame luego —dije echándole una mirada a Edden y luego a Trent. No tenía que decir nada más, era un chico listo.

—Espera, no me cuelgues —dijo deteniéndome con la preocupación de su voz—. Manten la línea. No puedo quedarme aquí sentado sintiendo esos impulsos por acudir hasta ti sin saber si tienes problemas o no.

Me pasé la lengua por los labios y dejé de juguetear con la punta de mi trenza. Usar a Nick como familiar iba en contra de todos mis principios, y me gustaba pensar que tenía muchos, pero no podía dejarlo sin más. Ni siquiera lo intentaría si no estuviese segura de que no le afectaría.

—Te paso con el capitán Edden, ¿vale?

—¿Edden? —dijo con voz débil pasando de un tono preocupado al de instinto de conservación.

Me volví hacia los tres hombres.

—Capitán —dije llamando su atención—, me gustaría probar un hechizo diferente de búsqueda antes de irnos.

La redonda cara de Edden reflejaba su frustración.

—Hemos acabado aquí, Morgan —dijo bruscamente—. Ya hemos abusado sobradamente del tiempo del señor Kalamack.

Tragué saliva e intenté darle a entender que era algo que hacía todos los días.

—Este hechizo funciona de forma diferente.

Edden respiró con un sonido áspero.

—¿Puedo hablar contigo un momento en el pasillo? —dijo con retintín. ¿En el pasillo? No pensaba salir fuera como un niño castigado. Me volví hacia Trent.

—Al señor Kalamack no le importará. No tiene nada que esconder, ¿verdad?

La cara de Trent era una máscara de educación profesional. Jonathan seguía de pie tras él poniendo mala cara.

—Siempre que entre dentro de los parámetros de su orden —dijo con tono suave.

Sentí un calambre al advertir el tono de inquietud que intentaba ocultar. Estaba preocupado. Yo también.

Crucé con pasos lentos la oficina y le di a Edden el teléfono.

—Es un hechizo de búsqueda especial para encontrar tumbas sin marcar. Nick te explicará todos los detalles para que compruebes su legalidad. Te acuerdas de Nick, ¿verdad?

Edden cogió el teléfono. El fino rectángulo rosa quedaba ridículo en sus gruesas manos.

—Si es tan simple, ¿por qué no me lo habías dicho antes?

Le dediqué una sonrisa nerviosa.

—Usa líneas luminosas.

La cara de Trent se heló. Su mirada se clavó en mi muñeca con la marca del demonio y se echó hacia atrás en la silla, buscando la protección de Jonathan. Arqueé las cejas sorprendida aunque tenía un nudo en el estómago. Si protestaba, parecería culpable. Movió las manos con rapidez y nerviosismo para coger sus gafas de montura metálica y dejarlas sobre la mesa.

—Por favor —dijo como si dependiese de él—, invoque su hechizo, estoy muy interesado en ver cuánto sabe una bruja terrenal como usted de magia de líneas luminosas.

—Yo también —dijo Edden con tono seco antes de llevarse el teléfono a la oreja y empezar a hablar con Nick con tono grave y serio, probablemente para asegurarse de que lo que iba a hacer entraba dentro de la orden de la AFI.

—Tendremos que salir —dije casi para mí misma—. Necesito encontrar una línea luminosa sobre la que colocarme.

—Ah, señorita Morgan —dijo Trent obviamente agitado y sentándose más erguido en su silla. Se había vuelto a poner las gafas metálicas y le hacían parecer menos sofisticado, dándole un aspecto más blando, casi inofensivo. También me parecía verlo un poco más pálido.

Bien
, pensé sarcásticamente mientras cerraba los ojos para facilitarme la búsqueda de una línea luminosa con mi segunda visión.
Ni que tuviese una atravesando el jardín
.

Busqué con mis pensamientos la roja corriente de siempre jamás. Inspiré con fuerza provocando un silbido y abrí los ojos de golpe para quedarme mirando fijamente a Trent. ¡Tenía una maldita línea luminosa atravesando su maldito despacho!

20.

Boquiabierta miré a Trent al otro lado de la oficina. Su cara estaba tensa y retraída en su asiento flanqueado por Jonathan. Ninguno de los dos parecía muy contento. Mi pulso se desbocó. Trent sabía que estaba allí. Sabía usar líneas luminosas y eso significaba que o bien era humano o brujo. Los vampiros no podían hacerlo y los humanos que sí podían y más tarde eran infectados por el virus vampírico perdían esa habilidad. No sabía qué me asustaba más, si que Trent usase las líneas luminosas, o que supiese que yo lo sabía. Que Dios me ayudase. Estaba a medio camino de descubrir el secreto más preciado de Trent: qué demonios era.

La puerta de la oficina de Trent se abrió de golpe chocando contra la pared. La adrenalina bombeó por mi cuerpo dolorosamente, adopté una postura defensiva y Quen irrumpió en el despacho.

—Sa… señor —gruñó cambiando a medio camino el apelativo «Sa'han». Se detuvo de golpe con los ojos entornados al ver mi postura tensa en la esquina y a Edden sentado en su silla con el teléfono en la oreja, sin mover ni un músculo. Sus ojos verdes se clavaron en los míos. El corazón me dio un vuelco. Ambos relajamos nuestras posturas defensivas y tiré de mi camisa hacia abajo. La puerta se cerró sola justo después de que entrase Jenks a toda velocidad.

—¡Oye, Rachel! —gritó el pixie con las alas rojas por la emoción—. Alguien ha encontrado una línea luminosa y uno que yo me sé se ha cogido un cabreo monumental. —Se detuvo en seco al percibir la tensión de la sala—. Oh, eres tú —dijo con una amplia sonrisa. Entrechocando las alas aterrizó en mi hombro aunque enseguida me abandonó en dirección a Edden para tener la ocasión de escuchar lo que decía Nick.

Trent se inclinó hacia delante y apoyó los codos en la mesa. Unas gotas de sudor bordeaban su frente. Intenté tragar saliva, pero tenía la boca seca.

—La señorita Morgan está haciéndonos una demostración de sus habilidades con las líneas luminosas —dijo— y estoy muy interesado en verlo.

Apuesto a que sí
, pensé preguntándome si habría acertado de lleno. Las líneas luminosas se usaban mucho en seguridad y Quen lo había sabido en cuanto la encontr\1.

Me sentía incómoda pero aproveché la oportunidad para examinar con mi segunda visión el aura de los que estaban allí. La de Jenks parecía un arco iris, como la de la mayoría de los pixies. La de Edden era de un uniforme tono azul tirando a amarillo sobre su cabeza. La de Quen era de un verde tan oscuro que parecía casi negro, con intensas franjas naranjas por el estómago y las manos, nada bueno. La de Jonathan también era verde, pero mucho más clara y casi resultaba anodina por su uniformidad y tono. La de Trent… titubeé vacilante. La de Trent era amarilla como un rayo de sol con rayas definidas de color rojo. Las líneas carmesí indicaban que una tragedia del pasado empañaba su alma. El aura estaba más cerca de él de lo normal y estaba bordeada de destellos plateados, como la de Ivy. Aparecieron de la nada y se quedaron flotando a su alrededor cuando se pasó la mano por el pelo para alisarlo. Estaba buscando algo. La forma en la que los destellos se entremezclaban con su aura indicaba que había dedicado toda su vida a esa búsqueda. El dinero, el poder, la determinación, todo al servicio de un objetivo más importante. Me pregunté qué estaría buscando.

No podía verme mi propia aura, a no ser que me pusiese sobre un espejo adivinatorio, cosa que no volvería a hacer nunca jamás, pero estaba segura de que Trent la estaba mirando y no me gustaba que pudiese ver mi marca de demonio en mi muñeca palpitando como una fea mancha negra; ni que mi propia aura pudiese tener las mismas feas rayas rojas, o que aparte de sus destellos, nuestras auras fuesen casi idénticas.

Edden nos miraba a ambos con recelo, sabiendo que pasaba algo pero sin saber el qué. Con el ceño fruncido, se sentó en el borde del asiento para seguir su lacónica conversación en voz baja con Nick.

—¿Tienes una línea luminosa atravesando tu despacho? —dije despreocupadamente.

—Y tú tienes una que atraviesa tu jardín trasero —me contestó Trent con rotundidad. Con la mandíbula apretada miró hacia Edden. Casi pude percibir su deseo de que el capitán de la AFI no estuviese allí. Su expresión estaba adornada con una advertencia amenazadora. No era del dominio público que solo los humanos y los brujos podían manipular las líneas luminosas, pero cualquiera podía deducirlo y sabía que quería que me callase. Estaba más que dispuesta a hacerlo. Sabía que poseer esa información era como sujetar a una cobra por la cola.

Me temblaban los dedos por el efecto de la adrenalina y cerré los puños antes de girarme hacia la línea de un metro de ancho que atravesaba la oficina de Trent. Describía una franja de este a oeste delante de su mesa, más fiable que cualquier brújula. Supuse que probablemente también atravesara su oficina trasera. En cuanto estuviese dentro podría afirmarlo con seguridad.

Rompí a sudar por la parte baja de la espalda al mirar fijamente la línea. Nunca me había metido en una antes. A no ser que se hiciese un esfuerzo por tocarla, se podría atravesar sin sentir nada. Respiré hondo para relajarme. Si Algaliarept aparecía, lo único que debía hacer era salir de la línea. El demonio no podría salir de siempre jamás mientras el sol estuviese por encima del horizonte. Tras una última mirada recelosa a los dos hombres que flanqueaban a Trent, protegiéndolo, cerré los ojos. Me calmé y alcancé con mi voluntad la línea luminosa. Su poder, embriagador, me inundó. El pulso se me aceleró de golpe y creo que me tambaleé. Mi respiración se volvió rápida y superficial. Levanté la mano para indicar a Edden que no me tocase. Lo había oído levantarse. Mientras él le hacía preguntas en voz baja a Nick, dejé caer la cabeza sin hacer nada más que conducir las corrientes de poder que me recorrían con pulsaciones cada vez más fuertes, llegando hasta mis extremidades. Me empezó a doler la cabeza cuando la energía rebotó y chocó contra el flujo que seguía entrando. Tuve un instante de pánico al notar que crecía, crecía y seguía creciendo. ¿Hasta dónde llegaba la fuerza de esta cosa?

Me sentía como un globo demasiado hinchado y me parecía que iba a estallar o a volverme loca. Por eso, pensé casi jadeante, las brujas de líneas luminosas tenían familiares. Sus animales filtraban la energía en crudo ya que sus mentes eran más simples y podían soportar mejor la presión. Yo no dejaría que Nick se arriesgase por mí. Tenía que hacerlo sola. Y eso que todavía no había entrado en la línea. Quién sabía lo que aumentaría la potencia entonces.

Lentamente el flujo decayó, haciéndose más tolerable. Sentía un cosquilleo interno y tomé aire produciendo un sonido sospechosamente parecido a un sollozo. El equilibrio de energías finalmente pareció igualarse. Los mechones de pelo que se habían soltado de mi trenza me hacían cosquillas en el cuello, movidos por el viento que soplaba a mi alrededor procedente de siempre jamás.

—Dios mío… —oí murmurar a Edden y deseé no haber perdido su confianza. Creo que no había llegado a comprender de verdad lo diferentes que éramos hasta ese momento, al ver mi pelo elevarse movido por una brisa que solo yo podía notar.

—No parece una gran bruja —oí decir a Jonathan—. Se tambalea borracha de poder a mediodía.

—Quizá, si estuviese conectándose a la línea como la mayoría de la gente —dijo Quen con un susurro gutural y me esforcé por escucharlo—. No usa ningún familiar, Sa'han. Está canalizando toda la maldita línea ella sola.

La inspiración alarmada de Jonathan me dio ánimos hasta que después dijo:

—Mátala. Esta noche. Ya no vale la pena correr riesgos.

Casi abro los ojos de par en par, pero los mantuve cenados para que no supiesen que los había oído Mi corazón latía desbocado, retumbando en mis oídos y sumándose a la lenta sensación de hinchazón por la energía de la línea luminosa que seguía entrando poco a poco.

—Jonathan —dijo Trent con tono cansado—, no se mata a alguien porque sea más fuerte que tú, encuentras la forma de usarlo.

¿
Usarme
?, pensé amargamente.
Por encima de mi cadáver
. Deseando que no fuese una premonición, levanté la cabeza, crucé los dedos, recé para no estar cometiendo un error y entré en la línea luminosa.

Se me doblaron las rodillas al desvanecerse el poder que me llenaba dolorosa y repentinamente. Había desaparecido. El desagradable flujo de siempre jamás había cesado. Sin poder creérmelo, me levanté al darme cuenta de que tenía una rodilla en el suelo. Hice un esfuerzo por mantener los ojos cerrados para no perder mi segunda visión y le di un manotazo a la mano de Edden, que me había cogido por el hombro.

La fuerza de la línea luminosa se arremolinaba a mi alrededor y me provocaba un hormigueo en la piel y hacía flotar mi pelo, pero el equilibrio era perfecto. Me había dejado temblorosa, pero ya no tenía que luchar contra la presión de su poder. ¿Por qué nunca nadie me había contado todo esto? Entrar en una línea luminosa era mucho más fácil que mantenerse conectada a ella, incluso si costaba un poco acostumbrarse al viento cargado de arena.

Con los ojos aún cerrados, observé siempre jamás, pensando que era aun más extraño bajo el sol de los demonios. Las paredes del despacho de Trent habían desaparecido y únicamente la conversación en voz baja de Edden con Nick me mantenía unida a la realidad y le confirmaba a mi agotada mente que no, no había cruzado hacia siempre jamás, que estaba solo asomada a una trampilla contemplado una visión del otro lado.

A mi alrededor se extendía por todas direcciones un paisaje de bosquecillos de árboles diseminados y amplias extensiones vacías. Hacia el este y el oeste se extendía el lazo nebuloso de la línea luminosa. Yo estaba más o menos en los dos tercios de su considerable longitud y ahora podía decir que llegaba hasta la oficina trasera de Trent. El cielo era de un amarillo deslucido y el sol era intenso. Sus rayos golpeaban a los achaparrados y rechonchos árboles como si quisiesen aplastarlos contra el suelo. Notaba como si me atravesaran, rebotando en el suelo para calentarme las plantas de los pies. Incluso la basta hierba parecía atrofiada y apenas me llegaba a media pantorrilla. En la distancia, hacia el oeste brumoso, había un conjunto de líneas definidas y ángulos elevados sobre el terreno. La ciudad de los demonios, inquietante y extraña, estaba obviamente rota.

BOOK: El bueno, el feo y la bruja
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