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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Efecto Mariposa (7 page)

BOOK: Efecto Mariposa
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—¡Claro que no! Él no toma mi bisexualidad tan bien como tú. Estoy seguro de que se sentirá amenazado, decepcionado… qué se yo. No pienso decírselo.

—Ya. —Richie reflexionó un momento—. Tommy, tú eres una persona maravillosa y Sasha tiene que acostumbrarse a aceptarte tal como eres; y ser bisexual está incluido en el paquete. —Tommy hizo un mohín—. De acuerdo… no voy a sermonearte —concluyó con una sonrisa pícara—. Es viernes… ¿qué tal si vamos al Heaven?

—No. No me apetece mucho ir allí. —No dijo nada más. No quería ir al Heaven sabiendo que Sasha no estaba. No dejaba de recordarlo y lo pasaba fatal. Sabía que con el tiempo se le pasaría, pero ahora lo sentía muy reciente.

Richie asintió, pensativo. Podía entender en esa reacción el modo en el que Tommy extrañaba a Sasha, aunque no creía que fuera lo mejor. Pero Sasha no había ido a visitarlos todavía y siempre que hablaban por teléfono, les decía que estaba bastante ocupado.

Quizá fuera ese el modo de Sasha de enfrentarse a la situación.

2

El mismo viernes a las siete de la noche, Sasha hizo un alto en sus estudios y llevado por un impulso, abrió la ventana, mirando hacia el cielo, buscando sus sueños en la noche estrellada.

Pensando en Tommy…

Llevaba en Oxford un mes y todavía no había tenido ocasión de ir a ver a Tommy en Londres aunque que lo único que tenía que hacer era coger un tren. A pesar de la ayuda del doctor Mark Stevens, su tutor, le había costado un poco adaptarse a su nueva vida en la ciudad universitaria y establecer un programa de estudios. El Lincoln College era más exigente de lo que había sido la Universidad de Kingston y su principal preocupación era organizarse adecuadamente para el intenso programa de veintiún meses que le esperaba.

Además, y debía ser honesto con eso, no quería sufrir.

Saber que no podría ver a Tommy todos los días y que, al no haber ataduras de por medio, él saldría con quien quisiera y follaría con quien quisiera, lo ponía de un humor taciturno. Recordaba bien la mirada de Alison cuando se había despedido de ella, y aunque no lo había demostrado, estaba convencido de que tenía razón: él estaba en Oxford y ella en Londres, cerca de Tommy.

Y Tommy era bisexual.

—Aquí vamos de nuevo —gruñó, recriminándose con dureza, pero su mente estaba desbocada, analizando e imaginando escenas, convencido en el fondo de que Tommy necesitaba explotar su bisexualidad y furioso con ese descubrimiento—. En fin, es un año de cambios…

Sabía que sería difícil y le estaba costando más de lo que había previsto. Extrañaba a Richie, a los Andrew, al pequeño Ariel, pero sobre todo, extrañaba a Tommy. Tenía necesidad de verlo, besarlo, amarlo. Volverse a separar era un dolor que no quería sentir y por eso había postergado una y otra vez el viaje a Londres. Muy en el fondo, prefería no ir. Era un modo bastante masoquista de ver las cosas, pero estaba convencido de que era el único modo de poner a prueba su extraña relación.

—¿Por qué tuviste que salir así de puto? —se preguntó en voz alta y luego sonrió. Amaba a Tommy incluso así. Quizá todo cambiaría cuando volvieran a estar cerca.

Oyó pasos y la puerta de la habitación de al lado se abrió y se cerró. Era Larry Crane, hijo de sir Larry, abogado de los Andrew, con quien compartía el espacioso baño en medio de las habitaciones, que comunicaban a través de éste.

Larry también era abogado. Estaba haciendo un postgrado en Derecho y había simpatizado con Sasha de inmediato. Conocía la historia de la cena, pero había tratado el tema con una divertida despreocupación y quizá por eso se habían hecho amigos, aunque Sasha encontraba curioso que Larry escribiera extensísimas cartas a su novia una vez por semana, y que a la vez coqueteara con las chicas de su curso.

Decididamente él no quería eso. Por ese motivo había preferido dejar las cosas con Tommy como estaban, y aunque a veces le entraba la nostalgia, sabía que era lo correcto.

Dos ligeros golpes sonaron en la puerta del baño y Sasha se levantó para abrir. Usaba esa puerta para comunicarse con Larry sin tener que salir al pasillo.

—¿Qué tal? ¿Estudiando? —preguntó el abogado.

—Un poco, sí. ¿No fuiste a Londres? —dijo Sasha, invitándolo a pasar y Larry entró, dándole un vistazo al libro que estaba sobre el escritorio. Se sentó junto a la ventana.

—No… Digamos que me encuentro de un humor contemplativo. ¿Tienes planes para esta noche?

El ruso se dejó caer sobre la cama y miró al techo.

—Nada en especial. Digamos que también me encuentro de un humor contemplativo.

—Huh… malo, malo. Noche sin perspectivas. ¿Qué dice al respecto el
Manual del Perfecto Gay
?

Era una vieja broma entre ellos. Larry la usaba cuando quería preguntar cosas que su buena educación le impedía mencionar en forma directa y Sasha se divertía ideando respuestas ingeniosas.

—Dice: «Cuando el sujeto se encuentre de un humor contemplativo, debe salir a cenar con un amigo heterosexual, seducirlo y llevárselo a la cama. El mundo ganará un nuevo gay.»

—Oh, vamos. —El joven abogado rió.

—¿Qué dices, Larry? ¿Vamos a cenar?

El aludido se levantó haciendo un dramático gesto.

—De acuerdo. Pero no me dejaré seducir. —Lo apuntó con el dedo—. Voy a hacer un par de cosas y volveré a las nueve. Te tocaré la puerta cuando esté listo.

Sasha lo siguió con la mirada y una sonrisa se dibujó en sus labios. Como era temprano, volvió a sentarse junto a la ventana y al poco rato vio a Larry atravesar el patio principal.

3

Tommy había vuelto a su habitación después de separarse de Richie y rechazar su invitación al Heaven. Había intentado estudiar, pero no era capaz de concentrarse. El mes se le había hecho eterno. No entendía por qué Sasha todavía no había ido a visitarlo. Era cierto que se estaba adaptando a Oxford, pero era demasiado tiempo para estar separados.

Claro que, tal como Sasha había previsto, ninguno de los dos había mantenido la abstinencia. Tommy se había embarcado en lo que podría considerarse una relación muy liberal con Alison y Sasha le había hablado por teléfono en una ocasión de un par de estudiantes con los que había hecho muy buenas migas.

Sin embargo, para Tommy no era lo mismo. Con Sasha todo era mucho mejor, pero necesitaba cariño desesperadamente y no era suficiente con Richie, por eso había volcado su afecto en Alison.

La separación se le estaba haciendo muy dura. Por si eso fuera poco, estaban todos los problemas personales que lo agobiaban, de los que no podía hablar con nadie, pues le daba demasiada vergüenza confesar que su familia lo había echado.

«Pero tengo a mi tío —recordó con una leve sonrisa. Su tío Joseph lo llamaba con frecuencia e iría a visitarlo la primera semana de noviembre—. Aunque a quien más necesito es a Sasha.»

Suspiró y se levantó del escritorio donde intentaba en vano estudiar. Tras rebuscar en el armario, sacó una botella de coñac y se sirvió un vaso. Con él en las manos, se dirigió a la ventana y comenzó a beber mirando el paisaje. Mirándolo, pero no viéndolo, ya que su mente estaba muy, muy lejos. Donde Sasha estudiaba, o quizá dormía… o quizá simplemente pensaba en él.

De pronto tuvo una idea y los ojos le comenzaron a brillar: si Sasha no iba a Londres, él iría a Oxford. Una hora y media en tren no era nada y sin pensarlo dos veces metió algunas cosas en un maletín y se escapó del
college
.

4

Sasha se apoyó en el alféizar de la ventana y miró la noche una vez más, evocando sus noches en Saint Michael y en Kingston, añorándolas. Su mirada vagó por el patio del
college
esperando divisar a Larry. Algunos estudiantes caminaban rumbo a sus habitaciones pero no había señales del abogado.

Entonces una silueta familiar avanzó por el patio y alzó la vista, como si estuviera buscando un pabellón. Llevaba gafas oscuras y un maletín en las manos. El ruso no lo pensó más y salió corriendo a su encuentro.

—¡Tommy! —El aludido pareció desconcertado y miró hacia el pabellón adonde se dirigía. Sasha se acercó a él con pasos rápidos—. ¡Tommy!

—Sasha —dijo con suavidad y avanzó a su vez hacia él para lanzarse a sus brazos—. ¡Dios, cuánto te he echado de menos!

Sasha lo abrazó con fuerza, le quitó el maletín y lo arrastró escaleras arriba, todo en cuestión de segundos.

—¿Cómo lograste entrar? A esta hora el edificio está cerrado.

—Hablé con el conserje. Un hombre simpatiquísimo, conoce a mi tío Joseph.

—Ya veo. —En opinión de Sasha, Collins, el conserje nocturno, podía ser cualquier cosa menos «simpatiquísimo». Al menos no con alguien que conociera—. Bueno, ya llegamos. —Abrió la puerta—. Aquí vivo. ¿Qué te parece? No es tan elegante como Saint Michael, pero es cómodo.

—Es muy acogedor. —Tommy miró habitación en cuya puerta había algo escrito con caracteres cirílicos. El interior estaba muy ordenado, reflejo de la personalidad de su dueño. Sobre la cama había un póster de Freddie Mercury en Wembley que le trajo a gratos recuerdos. También había un enorme y sólido armario, un sillón y un escritorio en el que había un libro abierto y un cuaderno de apuntes, prueba de que Sasha había estado estudiando. La mesa de noche estaba llena de fotografías y el retrato de Anastasia ocupaba su lugar en la pared junto a la cocinita eléctrica. La mesita lacada que había comprado el verano anterior servía ahora para el televisor, y el equipo de música que Alex le había regalado ocupaba un lugar en el pequeño estante de libros.

—Mi ventana da al patio principal. Estaba mirando por ella cuando te vi llegar. Y esa puerta de allí es el baño que comparto con Larry Crane, de Crane, Reeves & Woodward, el estudio que asesora a Alex. Nos hemos hecho muy amigos.

Tommy registró el hecho un tanto incómodo. Recordó a Larry: un muchacho delgado, con gafas, que parecía serio pero que solía contar chistes de abogados cuando uno menos se lo esperaba. También recordó que Sasha había mencionado algo sobre un «amigo cercano».

—Ya veo.

—Supo lo de la cena, por sir Larry...

—Oh. —Tommy mostró cautela. No sabía si su desgracia sería conocida por los Crane y si se lo habrían dicho a Sasha, aunque por su actitud más parecía que le divertía la idea.

—... y realmente no le importa. Creo que hemos exagerado preocupándonos. Lo cierto es que me ha contado varios escándalos de Ebenezer que dejan el nuestro muy por debajo de la media.

Tommy se las arregló para reír, aliviado de que su vergüenza siguiera a salvo. Sasha seguía hablando, mostrándole la habitación. Parecía encantado de tenerlo allí.

—Por cierto, mi bañera es enorme —dijo con orgullo.

—¿Es muy grande? —preguntó Tommy con picardía, feliz por el cambio de tema—. ¿Como para dos personas? Enséñamela.

—Cabemos perfectamente, pero tarda una eternidad en llenarse. —Sasha, abrió la puerta del baño—. Aquí la tienes…

—Y me pregunto yo… —Tommy lo rodeó con sus brazos, pegando su pecho a la ancha espalda del ruso y apoyando la barbilla en su hombro—. ¿La has estrenado? —le susurró en el oído.

Sasha sintió una corriente eléctrica recorrer todo su cuerpo y suspiró antes de responder.

—Más o menos. En realidad tomé un baño apenas llegué aquí. Nunca antes me había metido en una bañera y quise probar. Por eso sé que tarda en llenarse.

—Pero no me refiero a eso —siguió susurrando en su oído, jugando con suaves caricias de sus labios sobre el cuello de Sasha—. Me refiero a si la has… estrenado… con alguien… —Tommy apretó más el abrazo acoplando su cuerpo a las formas del ruso, moviéndose apenas milímetros contra el otro cuerpo, acomodándose.

—Todavía no —ronroneó Sasha, moviéndose hacia atrás, pegándose a él—, pero podemos remediar eso… ¿qué dices?

—Que me encantaría ayudarte a remediar semejante despropósito. —Tommy empezó a besarlo en el cuello mientras lo desnudaba con manos ansiosas.

Sasha se dejó hacer, buscando a tientas las llaves del grifo, que abrió rápidamente. Luego se dio la vuelta y se abandonó completamente a las caricias. Llevaba un mes sin verlo pero parecían años… Tocaba su cuerpo con ansia, como si lo estuviera descubriendo de nuevo, adorándolo. Al llegar al paquete de Tommy, se detuvo, presionando suavemente.

—¿Me has extrañado? —susurró.

—Con toda mi alma. —Tommy comenzó a desvestirse mientras Sasha lo acariciaba con suavidad—. Estaba preocupado. No venías a verme, tampoco ibas donde Richie… Me estaba comiendo la cabeza pensando qué estaría pasando, por eso he venido —explicó un poco avergonzado, como si tuviera que justificar su presencia ahí por haberse presentado sin avisar.

Sasha le acarició la mejilla con ternura. No le dijo nada sobre Richie y se alegró de que Tommy no le insistiera con el tema.

—Me estuve instalando, organizándome, conociendo la ciudad. Quería ir a Londres cuando tuviera todo listo. Eso no es del todo cierto —se interrumpió—, también tenía miedo de poder verte y tener que alejarme de nuevo… —No se sentía cómodo hablando de sus sentimientos y calló, volviendo a besarlo, haciendo equilibrio mientras se terminaba de desvestir.

—Tonto —murmuró Tommy entre besos, desnudándose rápidamente. Cuando estuvieron desnudos Sasha se metió en la bañera y Tommy se puso a revolver en el armarito donde estaban los jabones. No había mucho para elegir, pero unas sales de baño de color naranja que olían a «cómeme» le llamaron la atención—. Echemos esto —propuso, dándoselas a oler.

Sasha aprobó asintiendo, y echaron las sales que había comprado pensando en Tommy apenas se instaló, sin imaginar que llegaría a usarlas precisamente con él.

—Huele rico —dijo Tommy echando un puñadito de sales de vainilla en el agua. Se metió en la bañera y se sentó a horcajadas sobre las piernas de Sasha, tomó una suave esponja y comenzó a frotar—. Hueles a galleta, me dan ganas de comerte… —susurró sin dejar de frotar y comenzando a besar las zonas limpias.

Sasha cerró los ojos y se dejó hacer. Sólo Tommy podía tocarlo así y ese toque sirvió para que olvidase a su más reciente conquista, un estudiante de ingeniería de último año que vivía en el pabellón de pregrado.

El agua despedía un agradable vapor y estaba llena de espuma. Como la enorme bañera estaba llena sólo hasta la mitad, el ruido del agua amortiguaba los otros ruidos. Sasha cerró los ojos olvidándose de todo, y los abrió de golpe al oír una voz familiar. La puerta que comunicaba con la habitación de Larry estaba abierta y él los miraba con el asombro pintado en el rostro.

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