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Authors: Edward Strosser & Michael Prince

Breve Historia De La Incompetencia Militar (27 page)

BOOK: Breve Historia De La Incompetencia Militar
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En enero de 1941, Horia Sima, el jefe de la Guardia de Hierro, se vio incapaz de reprimir sus impulsos golpistas tan profundamente arraigados e intentó derrocar a Antonescu. Pero Hitler prefería el orden de Antonescu a la anarquía de la Guardia de Hierro y ayudó a Antonescu a aplastar el golpe.

Himmler se llevó rápidamente a Sima y los otros jefes de la Guardia de Hierro y los escondió en Alemania por si tenían que invadir Rumania en caso de que a Antonescu se le confundiesen las ideas que ahora tenía sobre ellos. Ion gobernaba ahora solo.

Añadida a la volátil mezcla de avaricia y odio que asolaba Rumania se encontraba la inmensa reserva de petróleo del país.

Rumania era el mayor productor europeo de petróleo, un oeste de Tejas balcánico. Al principio de la guerra, los británicos y franceses intentaron comprar tanto petróleo como les fue posible y buscaron incluso sabotear el sistema de transporte de petróleo, sólo para evitar que no cayese en manos de los alemanes. Sus complots fracasaron y en agosto de 1940 Alemania y Rumania firmaron un tratado mediante el cual Alemania se quedaba virtualmente con todo el petróleo que necesitara.

Rumania iba a cobrar a Alemania todo lo que quisiera. Podía habérsele llamado el Plan Hermann Goering.

La única nube que ensombrecía el despejado cielo azul del perfecto futuro rumano, Transilvania incluida, era una cita para una invasión con el ejército alemán en la plaza Roja.

¿Qué sucedió?: Operación «Transilvania Dreaming»

Durante 1940 y 1941, los alemanes prepararon al ejército rumano para la inminente batalla con los soviéticos. Ellos fueron la primera potencia extranjera informada por los alemanes de la fecha de la invasión del 22 de junio de 1941.

En principio, los planes para las fuerzas rumanas, llamadas Grupo Antonescu del Ejército, eran simplemente bloquear a los soviéticos para impedir que se apoderasen de los campos de petróleo y después unirse a las operaciones ofensivas que fuesen necesarias. En conjunto, las fuerzas armadas de Rumania contaban con unos 325.000 soldados.

Con los soviéticos tambaleándose ante la rápida ofensiva militar alemana, Rumania recapturó con facilidad las dos provincias de Besarabia y Bucovina del Norte, que se extienden entre Rumania y Rusia. Después, el ejército se detuvo mientras Antonescu ponderaba si invadir la Unión Soviética. O no. Para la mayoría de personas se trataba de una decisión sencilla: NO. Pero Antonescu era una de esas pocas personas en la Tierra que un día se levanta y dice: «Sí, creo que invadir Rusia es una buena idea». Para aquellos que no estén familiarizados con la geografía más elemental, la Unión Soviética venía a ser la mayor masa de terreno sobre la faz de la tierra y sus ciudadanos vivían en un estado de desesperación tal que el estado de guerra total a menudo era indistinguible de la vida cotidiana normal. Como recompensa al país por haber trabajado tanto, Ion se autoproclamó mariscal. Con Rusia aparentemente contra las cuerdas, Antonescu empujó todas sus fichas al centro de la mesa: invasión de la Unión Soviética, unión total con Adolf. Al menos hubiese valido la pena si el hogar del conde Drácula, Transilvania, hubiese sido devuelto a manos rumanas.

Con la decisión tomada, el 3 de agosto los rumanos invadieron la Unión Soviética con el objetivo de capturar la ciudad de Odessa. Finalmente lo consiguieron cuando los soviéticos se retiraron el 16 de octubre, pero sólo después de que Rumania sufriese importantes bajas. El ser vencidos por tropas que se estaban retirando debería haber hecho pensar a Ion que su ejército no era tan bueno como se decía. A pesar de la alta calidad de las armas alemanas y una dosis de entrenamiento prusiano para hacerles más duros, estaba claro que los rumanos estaban mal equipados y mal preparados para una guerra importante contra un enemigo más poderoso, más importante y más numeroso. La brutalidad de la lucha garantizaba que los soviéticos nunca olvidarían que Rumania había entrado por la puerta grande en la lista de enemigos acérrimos y que serían humillados eternamente después de la inevitable derrota. De hecho, los rumanos lucharon con tal entusiasmo contra los soviéticos que sufrieron una proporción más alta de bajas que las que sufrieron las fuerzas alemanas en el este.

No satisfechos con estar a la altura de la gigantesca Unión Soviética, los gallitos rumanos se unieron a Japón, Italia y Alemania para declarar la guerra a Estados Unidos, el país más rico de la Tierra, en los días siguientes al ataque a Pearl Harbor en diciembre de 1941. Rumania estaba entonces enfrentándose con la mitad del mundo desarrollado para quedarse con unas pocas provincias más pequeñas que Pensilvania.

A pesar de su pequeño tamaño y de la distancia con Gran Bretaña, los aliados tenían a Rumania directamente en el punto de mira. El único trozo del suelo rumano de importancia estratégica eran los relativamente pocos kilómetros cuadrados de campos de petróleo y refinerías de Ploesti. Desde el mismo inicio de la guerra, era de sobra conocido que la máquina de guerra alemana funcionaba con el petróleo de Rumania. Los aliados estaban ya produciendo tantos miles de bombarderos de largo alcance como mortíferos Fords y Chevrolets. Cari Spaatz, el jefe de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos en Europa, tenía una particular obsesión con los campos de Ploesti y no podía esperar a soltar su fuerza aérea sobre ellos.

Después de que los aliados afianzasen su posición en el Norte de África en 1942, se prepararon para asestar un golpe a los rumanos. El primer ataque fue un asunto de poca consideración, un golpe y un bofetón, pero de importancia simbólica. En total, 12 bombarderos B-24 pusieron rumbo desde Egipto a los campos de petróleo, el primer bombardeo estratégico de Estados Unidos en Europa. Causaron daños mínimos y ningún avión se perdió. Simplemente constataron que los bombarderos podían alcanzar su objetivo. Por desgracia para los futuros tripulantes de los bombarderos, esta acción también alertó a los alemanes de que los aliados tenían el punto de mira en Ploesti. Por lo tanto, incrementaron sus fuerzas antiaéreas y desplegaron cazas en la zona.

Pasó un año antes de que Spaatz pudiese orquestar otro ataque aéreo. Pero éste fue para la posteridad, tal vez el bombardeo más espectacular de toda la guerra. El 1 de agosto de 1943, desde la base de Benghazi en Libia, 177 aviones, en su mayoría B-24, volaron a poca altura para destruir sin fallos el objetivo del petróleo de Hitler. Aquella misión era el ataque más importante de las fuerzas aéreas estadounidenses en toda la guerra hasta el momento. Tan importante era la destrucción de los campos de petróleo, que los aliados dieron luz verde a la misión aun cuando algunos de los estrategas sabían que la mitad de los aviones jamás regresarían. Los aviones se enfrentaban a los cazas alemanes y rumanos, a problemas mecánicos, a perderse, al intenso fuego antiaéreo y, volando a tan baja altitud, incluso a los disparos de fusil. Al manejar a los enormes bombarderos como cazas, los aviones tuvieron que enfrentarse a las fuertes defensas para bombardear los campos de petróleo con toneladas de bombas. Se declararon grandes incendios cuando los depósitos de gasolina explotaron, los bombarderos esquivaron columnas de humo aceitoso y cayeron al suelo aviones alcanzados. A pesar de la espectacular pirotecnia, el ataque aéreo sólo causó daños temporales al enorme complejo petrolífero, que pronto empezó a producir más petróleo que nunca. El ataque aéreo costó caro a los americanos, puesto que fueron abatidos 54 bombarderos y sufrieron un 30 por ciento de bajas. Spaatz sabía que tendría que organizar más bombardeos, pero nunca más desde tan poca altura.

En tierra, las cosas iban incluso aún mejor para Rumania. Durante la primavera y el verano de 1942 siguieron guerreando, montados en el carro de los alemanes, hasta las puertas de Stalingrado. Mientras los alemanes penetraban en la ciudad, los mal equipados y mal aprovisionados rumanos guardaban los flancos. Los alemanes ya estaban preparados para la victoria, pero los rusos contraatacaron en noviembre de 1942, pasando a través de los rumanos, que se derrumbaron en una caída que permitió que el 6º Ejército alemán fuese rodeado. Después de otros dos meses de lucha brutal, los alemanes y rumanos se rindieron. Tal vez fue la batalla más sangrienta de la historia y marcó un punto de inflexión decisivo en la guerra.

A partir de aquel momento, los alemanes y los rumanos pasaron a luchar a la defensiva.

A principios de 1944, la guerra ya se había vuelto decididamente contra Rumania. Los aliados se estaban preparando para la invasión europea, las fuerzas de sus bombardeos habían aumentado considerablemente, llovía muerte sobre los países del Eje, y los rusos estaban marchando hacia occidente. Pero el leal Ion aún veía a Adolf a través de unas gafas de color de rosa.

Spaatz, desde su cuartel general en Gran Bretaña, subió la apuesta y apostó por el plan «Big Oil», contra las refinerías de petróleo, que soltaría toda su fuerza de bombarderos sobre Rumania. Después de que los aliados desembarcasen en Normandía el 6 de junio, Spaatz pudo seguir con su plan. Justo dos días después de la invasión, el 8 de junio de 1944, Spaatz, sin pensárselo dos veces, declaró que la misión estratégica principal de las fuerzas aéreas era destruir el suministro de petróleo de Hitler. La mayor fuerza de bombarderos que jamás se había creado ahora estaba apuntando a Rumania.

Spaatz empezó con bombardeos en picado utilizando sus cazas P-38 de largo alcance, equipados con tanques extra de combustible. Después ordenó que interviniesen los bombarderos pesados. Durante dos meses, su 15ª Fuerza Aérea envió bombardero tras bombardero a las plantas desde su base en Italia. Las defensas empezaron a venirse abajo, la destrucción pasó a sobrepasar la capacidad de repararlas y la producción de petróleo bajó. Pronto, los cazas alemanes y rumanos, ya muy superados en número por los cientos de bombarderos aliados y sus cazas escoltas, se ocultaron en el aire lejos de su enemigo.

Incluso los británicos participaron. Atacaron Ploesti cuatro veces en 1944, iluminando el oscuro cielo y colaborando en la lenta devastación de las plantas de petróleo. El plan de Spaatz estaba funcionando. La producción de petróleo fue cortada por la mitad de marzo a abril de 1944 y de nuevo pasó a la mitad en junio.

Los ataques llegaron a su punto más álgido con el ataque aéreo casi número setecientos, el 15 de julio. En aquellos momentos, Ploesti era golpeada una o dos veces a la semana. Por su parte, el ejército alemán cada vez abandonaba con más frecuencia sus amados Panzers y camiones por falta de combustible. El plan «Big Oil» contra las refinerías de petróleo estaba teniendo un gran impacto.

Finalmente, el último bombardero soltó su carga el 19 de agosto para sacudirles el polvo un poco más. Ploesti había muerto. Cuando los rusos capturaron la zona el 30 de agosto, les dijeron a los americanos que el lugar había sido totalmente destruido. En total, los aliados destinaron 24 misiones contra Ploesti que implicaron casi a unos 6.000 bombarderos. Aunque costó a los americanos 230 bombarderos y sus tripulantes, los resultados fueron espectaculares. Los alemanes se quedaron completamente sin petróleo a finales de 1944. El dividendo se saldó durante la Batalla de las Ardenas aquel diciembre, cuando los alemanes abandonaron sus Panzers con los tanques de gasolina vacíos y se fueron andando.

Antonescu cayó demasiado tarde en la cuenta de que estaba perdiendo. Mientras pasaba la mayor parte del tiempo haciendo de conductor, dirigiendo la retirada en el frente ruso y simulando ser un general efectivo, los alemanes gobernaban su país al tiempo que combatían la creciente tormenta de bombarderos sobre Ploesti. Ion había instalado a Miguel, el aniñado hijo del rey Carlos, como gobernante simbólico en 1940 cuando derrocó a Carlos. Desde su palacio de Bucarest, Miguel sabía que el final de la guerra se acercaba y se unió a los oficiales que le eran leales y a los líderes políticos que se oponían a Ion para derrocar al Conducator.

El plan de Miguel era retirarse de la guerra y pedirles a los británicos y americanos que ocupasen las zonas clave del país para evitar una ocupación soviética. Miguel se dio cuenta de que los soviéticos podían estar algo ofendidos por el papel de Rumania en la devastadora invasión, pero creía que los aliados querrían ayudar a mantener a los soviéticos a raya. El pequeño problema que tenía el plan era que los aliados no tenían intención alguna de ocupar Rumania y ya habían enrejado al compinche de Hitler en Stalingrado en la esfera de control soviética.

El plan de Miguel se complicaba aún mucho más por el hecho de que las tropas alemanas en Bucarest estaban en realidad gobernando el país y podían eliminar fácilmente a los pocos soldados rumanos que estaban en la capital.

El 23 de agosto, Antonescu llegó a Bucarest y estuvo de acuerdo en entrevistarse con el joven Miguel, que ya por entonces estaba decidido a actuar. Sin duda, Ion se sorprendió ante el hecho de que el inútil joven rey de pronto se atreviera a airear sus completamente irrelevantes sentimientos, y fue a la reunión totalmente confiado, sin armas ni guardas. El rey Miguel le pidió que dimitiese e Ion se río de él. A continuación, el rey Miguel sencillamente arrestó a Ion y procedió a tomar el mando del país, nombrando a sus compañeros conspiradores para que encabezasen el gobierno.

Cuando corrió la voz, los alemanes no sólo no se inmutaron, sino que simplemente añadieron Rumania a su creciente lista de objetivos. Los siempre prácticos alemanes usaron las mismas bases aéreas que compartían con los rumanos para atacar a los soviéticos para ahora atacar a los rumanos. Rumanos y alemanes de pronto se encontraron luchando entre sí desde la misma base aérea. Era como si compartiesen la base. Los alemanes machacaron Bucarest sin el menor atisbo de nostalgia por su exaliado. Mientras, los soviéticos lo observaban todo con regocijo. Con una especie de juego de manos diplomático terriblemente torpe, Rumania había convertido un amigo en enemigo, pero había pasado por alto convertir a su enemigo en amigo. Los alemanes llevaron a cabo una retirada hacia el oeste luchando mientras los soviéticos avanzaban por el este.

Rumania había conseguido por breve tiempo convertir la Segunda Guerra Mundial en una lucha a tres bandas: los aliados y el Eje contra Rumania.

Contentos de poder empezar a trabajar en los planes de posguerra, después de semanas de confusa lucha, los soviéticos ocuparon Rumania, retomaron los territorios en disputa y colocaron en el gobierno a matones comunistas. En septiembre de 1944, una delegación de Miguel viajó a Moscú para negociar inocentemente las condiciones de un tratado de paz. Las negociaciones rápidamente dieron un giro al estilo soviético cuando Molotov, el ministro de Asuntos Exteriores, les entregó a los rumanos sus condiciones: a saber, o lo tomas o lo dejas. Cuando protestaron, sarcásticamente respondieron preguntándoles qué habían ido a buscar los rumanos a Stalingrado. ¡Uy! El dolor estaba sólo empezando. Para cerrar el trato, los rusos se apoderaron de todo el oro que los rumanos habían ganado vendiendo su petróleo a los nazis.

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